Lo de Ousou

Para comenzar este artículo es necesario hacer autocrítica. Porque muchos fuimos los que criticamos las incorporaciones realizadas por el Cádiz en el mercado de invierno. En parte con mucha razón, ya que llegaron tarde y, sumado al tiempo de adaptación necesario, no cumplían ese requisito de ofrecer un rendimiento inmediato en la plantilla. Sin embargo, una vez comprobado su nivel, es momento de reconocer el acierto que ha supuesto, por ejemplo, la llegada de un central como Aiham Ousou.

Por su jerarquía, contundencia, solvencia y capacidad defensiva. El internacional sirio ha caído de pie en el Cádiz y ante el FC Barcelona fue capaz de demostrar que es hueso tremendamente duro de roer. Hasta el momento, Mauricio Pellegrino había verificado las altas cualidades de Ousou para frenar a delanteros como Álvaro Morata o Lucas Boyé, que se caracterizan por su buen juego aéreo y la dificultad de combatirles en el cuerpo a cuerpo. Ante el cuadro de Xavi Hernández la tarea era distinta: Vitor Roque, que contaba con una buena oportunidad para reivindicarse en pleno ostracismo por la figura de Lewandowski, estuvo totalmente desaparecido gracias a que el internacional sirio no le dejo ni media en ningún momento.

Una auténtica pesadilla para el ariete brasileño. Por arriba, por abajo, en espacios reducidos y en campo abierto. De ninguna manera Aiham Ousou iba a permitir ser superado por la que en Barcelona esperan que sea una futura estrella goleadora. Además, ante el cuadro blaugrana regaló una jugada en la que dejó atrás a Marcos Alonso y desembocó en la mejor ocasión del partido para los amarillos: el disparo de Sammasékou que repelió Ter Stegen.

Junto a Víctor Chust parece estar cómodo, y lo cierto es que todas las quinielas apuntan a que, si el Cádiz logra la permanencia, gran parte de la culpa va a estar en las buenas actuaciones defensivas de Ousou. Una vez termine la temporada será el momento para analizar. De momento, Ousou quiere al Cádiz y el Cádiz quiere a Ousou. Un amor a primera vista que espera acabar en el mejor de los desenlaces posibles. La permanencia, claro está.