Cádiz CF
El Cádiz CF se juega mucho en la última jornada: ojito con el escudo
El Cádiz CF echa el cierre a la temporada este domingo en Oviedo sin poder olvidar la indignidad con la que la acabó hace un año
Cala tira de ilusión

El presidente le restó importancia y así le ha ido este año. Manuel Vizcaíno llevará mucho en este negocio pero no percatarse -ahora hace un año- que esos mismos jugadores que acababan de encajar un set en 45 minutos lo iban a llevar a la ruina 365 días después lo deja a la altura de un principiante.
6-1. Así fue el resultado. Una ignominia en toda regla para un cadismo, el maduro, que ya estaba hasta las narices de su equipo desde muchos meses atrás. Una vergüenza para una afición que acababa de descender de manera matemática una semana antes después de que su equipo no fuera capaz de pasar del empate en casa ante Las Palmas, que necesitaba ese punto que consiguió y que no consiguieron jornadas atrás ni Getafe ni Sevilla, que al no jugarse nada dejaron a los muchachos de Pellegrino seguir con una vida que ya estaba muerta. Una falta de profesionalidad con un espectáculo que hasta bien podría haberse investigado por la rareza del resultado final después de que al descanso se llegase con 0-1 tras un gol de Ocampo, que lo celebró como el que acababa de ganar la Liga olvidando, si es que aún sabe donde está, la mamarrachada de temporada que se había marcado. Otra vez, nadie al volante. Eso pensarían los pocos cadistas que ese día se quedarían perplejos viendo el bochornoso show con el que los amarillos estaban poniendo el cierre a un año pésimo. Porque, ese día, la mayoría de la afición cadista, como es normal cuando un equipo deja de jugar por algo más que no sea la honra, ni tan siquiera se dignó a ver el encuentro ante otro recién descendido como el Almería, pero la indignación fue máxima al enterarse la manera tan humillante con la que los muchachos habían decidido despedirse del curso.
Lejos de sacar el látigo, o al menos las tijeras para cortar contratos a granel, Manuel Vizcaíno le quitó hierro al asunto en lo que no era más que la enésima falta de respeto a los que pagan y una nueva muestra de intolerable sumisión a los que cobran, un vestuario mimado que no ha hecho más que confirmar este año lo que ya se presagiaba; se han comido el brazo tras lamer la mano del que paga.
De aquel despropósito nadie del club le quiso sacar la lectura que se veía desde bien lejos. Las consecuencias podrían haber sido peores de no ser por la llegada de un entrenador serio, respetable y que los puso a correr como con Cervera con tal de que los niños no mandaran a la entidad otra vez a las categorías del barro.
El caso que un año después el Cádiz CF llega a la última jornada de otra temporada sin nada que jugarse y con su afición ya en la playa y afortunadamente desconectada de una realidad más bien desilusionante. En frente estará, además, el Real Oviedo, que buscará con denuedo la victoria para o bien mantener esa tercera posición que le daría ventaja en caso de empate en los play off de ascenso que jugarán en el caso de no meterse en el ascenso directo, lo que ocurriría si consigue ganar al Cádiz CF y el Elche pierde en Riazor.
Estaría bien que alguna de las mentes pensantes que circulan por los despachos de Carranza se pasara estos días por el vestuario, también vale en el desplazamiento a Asturias, para recordarles que el escudo que defiende hay que respetarlo y que en sus manos está no volver a usarlo de escoba como el año pasado en Almería.
Ojito con el escudo porque por mucho que la afición, como es normal, pase olímpicamente de tragarse el enésimo truño de la temporada, no vería con buenos ojos que su equipo vuelva a hacer el caricato un año después y tras la segunda temporada casi que denunciable.