Y en el mejor momento, llegó la pedrada

Jugaba el Cádiz de Mauricio Pellegrino sus mejores momentos de fútbol desde la llegada del entrenador argentino al banquillo amarillo cuando de una lluvia normal se pasó a un jarreo en toda regla y de ahí a una granizada por la que el árbitro de la contienda decidía, con acierto, suspender temporalmente el partido.

La decisión era del todo lógica porque las piedras en forma de hielo comenzaron a caer con violencia sobre un terreno de juego que aguantó el tirón, si bien empeoró al cuarto de hora de reanudarse el encuentro.

Y si el césped empeoró, también lo hizo levemente el Cádiz, que hasta ese minuto 60 había sido vencedor a los golpes ante un Rayo Vallecano que estaba dando claras muestras del mal momento que pasa tanto en la tabla como en el juego.

De hecho, los de Íñigo Pérez comenzaron a meterse de lleno en el partido justo después de salir de vestuarios, coincidiendo en el tiempo con el empeoramiento en el juego de los de Pellegrino. Y efectivamente, después de perdonar varias ocasiones en el primer tiempo como en los minutos iniciales del segundo, llegaba la cantada de Ledesma y el gol del central Lejeune. Antes, RDT había avisado al cancerbero argentino, que salvó los muebles minutos antes.

Definitivamente, la suerte no está de lado amarillo este año.