Pan y circo

Velas y rogativas

'Hace mucho que los hados de la fortuna dejaron de frecuentar el viejo Carranza'

Pepe Reyes

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No es este el año del Cádiz. Hace mucho que los hados de la fortuna dejaron de frecuentar el viejo Carranza, casi tanto como dista el cambio de su histórico, rotundo y sonoro nombre por ese novedoso y diminutivo que tiene en la actualidad. Cuando nos desprendimos de repente de una arraigada solemnidad y nos entregamos a la inconsistencia de una trivialidad en la nomenclatura. A medida que se suceden las jornadas y el equipo amarillo sigue sin estrenar el casillero de victorias en su feudo, un inquietante ronroneo empieza a cundir entre los aficionados, una siniestra cavilación de posibles anatemas y maldiciones se propaga por el abatido graderío. ¿Vagará la sombra errante del Ramón de Carranza sobre este Nuevo Mirandilla y su atormentada alma en pena impide que se desate el éxito y la alegría en su recinto, que el equipo de casa obtenga triunfos y que su hinchada lo celebre?. ¿Será verdad eso del karma?,¿estaremos pagando las funestas, sobrenaturales consecuencias de una decisión no debida?. No lo sabemos. Pero desde que en la tercera jornada Osasuna nos remontó el partido y nos birló los tres puntos en los minutos de descuento, ya advertimos que algo raro podía estar ocurriendo, que una oscura premonición acechaba. Desazón que se acentuaba cuando, también en tiempo de prolongación, el Villrreal nos marcaba dos goles y nos privaba de otra victoria que teníamos en la mano, o cuando Granada y Español nos arrebataban cuatro puntos en el último suspiro con sendos empates, o cuando sucedió el esperpento arbitral de Mallorca, cuando el balón no quiso entrar contra el Getafe...Cúmulo de circunstancias que proclaman con enojosa claridad que este no es el año del Cádiz. En el fútbol, como en la vida, la fortuna es un componente fundamental. Un golpe de suerte da ese empujón necesario, definitivo, para que todo el trabajo desarrollado alcance su justa recompensa, para que tanto esfuerzo tenga el premio del triunfo. Pongamos velas al Carranza u organicemos rogativas al Mirandilla, pero hay que reconciliarse con la fortuna, que la vamos a necesitar.

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