Cádiz Cf

Rubén Sobrino y la difícil misión de brillar en la sombra

El futbolista de Daimiel obtuvo una más que merecida recompensa a su enorme esfuerzo y trabajo realizado en cada partido sobre el terreno de juego

Goles para la historia del Cádiz CF

Rubén Sobrino es aupado por Alcaraz tras el tanto ganador L.V.

P.V.

Cuenta con muchos defensores, pero también es objeto habitual de críticas y reproches cuando los resultados no acompañan en el Cádiz. Algunos lo aman y otros lo odian. Lo cierto de todo esto es que Sergio González es conocedor de la tremenda importancia que tiene Sobrino en el esquema y en la ideología futbolística amarilla, y el equipo ni lo ama ni lo odia. Simplemente lo necesita para que todo funcione mucho mejor.

Y es que la situación del daimieleño no es sencilla. Es común pensar que un futbolista perteneciente a la parcela ofensiva tenga como cometido el generar ocasiones de peligro y, por encima de todo, aportar en la producción goleadora del equipo. Algo en lo que Rubén Sobrino, a pesar de contar con goles tremendamente importantes a sus espaldas como jugador del Cádiz, no destaca.

Seguro que a la cabeza vienen varias acciones en las que el manchego no ha estado acertado de cara a puerta. La más reciente, sin ir más lejos, la de Girona, donde tuvo todo el tiempo y el espacio del mundo para definir. No fue capaz de aprovechar la oportunidad y, como es común también en esto del fútbol, la gente se le echó encima.

Pero es totalmente injusto valorar a Sobrino por su capacidad goleadora. Estaríamos cometiendo un atropello al análisis futbolístico y estaría demereciendo el papel de un jugador que se antoja capital para el dibujo que pone en liza Sergio González cada domingo. Valorarlo por su cuota de gol sería como valorar a un pez por su capacidad para volar. Algo totalmente injusto y descontextualizado.

Porque Rubén Sobrino es un guerrero en la sombra. A veces, culmina su gran trabajo con goles, pero no es su fuerte. De hecho, fue uno de los errores de Álvaro Cervera en sus últimos meses como entrenador amarillo. Acercó demasiado al jugador al área, un hábitat donde no brilla en su máximo esplendor. Sergio González fue consciente de esto y lo alejó de la portería rival para potenciar su enorme trabajo defensivo y aprovechar mejor su gran zancada y conducción de balón para superar líneas y, en un momento dado, sumar goles con sus incorporaciones desde atrás por sorpresa. Como ocurrió ante el Villarreal o el Athletic Club la temporada pasada, o como ante el Atlético el sábado en el tanto ganador.

Lo cierto es que Sergio González sabe de primera mano la enorme influencia que tiene Sobrino. Siempre en la sombra, pero siempre trabajando, presionando, bregando y volviendolo a intentar. Por eso a todos nos alegra el premio obtenido por el futbolista en ese tanto. Seguro que lo es, pero nunca está de más que sea consciente de su influencia porque este Cádiz lo necesita al máximo. En un sistema de solidez defensiva no se podrían entender las ideas amarillas sin Rubén Sobrino. Hoy todos lo alaban y felicitan por el gol, pero habría que hacerlo siempre. Porque el número de fallos no limita la capacidad de seguir intentándolo, y el daimieleño lo sabe a la perfección.

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