Las lecturas de un castigo

Mal van (los jugadores) si el discurso del capitán es el que fue . «Se le está dando mucho bombo a un simple error», dijo José Mari. Bien haría el roteño en analizar, e incluso matizar de puertas para dentro, esa afirmación porque si hubo alguien que le dio bombo, platillo y hasta guitarra fue su propio entrenador.

Obligado por el castigo público, posterior a unas declaraciones contudentes en las que Cervera manifestó a las claras que no les representan esos jugadores que salieron tras la derrota en Vallecas, el capitán José Mari no tuvo otra que salir a la palestra para zanjar el asunto. Se desconoce si el presidente estaba tras las disculpas públicas del capitán, pero una cosa está clara, hay un antes y un después en el Cádiz CF 21/22.

Sobra decir que este capítulo le ha estallado en la cara a Manuel Vizcaíno , responsable directo de que las aguas no fueran por su cauce justo en el momento en el que las imágenes de los jugadores en una discoteca madrileña se hicieron virales. Es de suponer que el sevillano dio órdenes al departamento de comunicación para que a la prensa se le dijera que 'aquí no ha pasado nada' y que 'claro, claro que había permiso'. Pero las mentiras tienen las patas muy cortas tal y como demostró el entrenador en una rueda de prensa en la que contestó sinceramente sobre un episodio que tenía muy cabreada a una parte de la afición, empezando por él.

Por eso, este castigo de Cervera al dejarlos señalados en el encuentro ante el Valencia dejándolos en la grada mientras se jugaban en el campo tres puntos de oro con la chavalería del filial, tiene varias lecturas.

La primera es el golpe en la mesa del entrenador . O se está conmigo o se está contra mí. Aquí no hay tu tía. Cervera ha trazado una raya y ahora son los jugadores los que deben mover ficha. Parece claro que la guardia pretoriana formada por los capitanes y demás veteranos van a pies juntillas con un entrenador que atisba cierto desmadre en la base de un vestuario que cree estar a tiempo de controlar. 'Manu militari'. Esa es la expresión para entender la forma de proceder de un técnico que no conoce medias tintas. Le puede salir bien (como este sábado) o mal (como en Vallecas), pero ya ha dicho cantidad de veces que él es un hombres de ideas fijas y su camino es el que es. Se siente con el poder absoluto en un club en el que de puertas para fuera es un dios aunque por dentro no vaya tanto así la cosa.

Lo anterior hila con la siguiente lectura. Otra vez la relación Vizcaíno-Cervera comienza a tambalearse. Nunca ha sido buena aunque desde la marcha de Arias ambas posturas se han acercado a un trato más cordial, que no afín. Este capítulo de Vallecas vuelve a evidenciar las maneras diferentes que ambos cargos -obligados a entenderse- tienen de llevar un equipo . Vizcaíno es el padre de una familia a la que trata de controlar con mano izquierda, pero en cambio Cervera es la derecha y como ya ha ejemplarizado bastantes veces no se casa absolutamente con nadie.

En este capítulo sorprende la ausencia de protagonismo de Vizcaíno, que tras dar orden de ignorar unas imágenes vistas y comentadas por todos el mundo, no ha aparecido para mandar un mensaje de calma. El que salió fue el capitán y con ese mensaje, unido al castigo de Cervera, se espera se dé por zanjado el asunto. Si algo ha demostrado el presidente del Cádiz CF es que se mueve como pez en el agua en este tipo de asuntos con la plantilla y sólo habrá que esperar a los siguientes días para volver a afirmar o no que ha vuelto a gestionar bien el asunto pese a su primer error .

Como todo en el fútbol, serán los resultados los que den la razón al entrenador o no. De momento, tiene por delante dos semanas sin fútbol para terminar de atemperar un pequeño motín al que en un principio cree haberle puesto coto.