Cádiz CF

Las claves de una nueva salvación del Cádiz, una permanencia sufrida

Tras un inicio de liga con muchas dudas, el equipo de Sergio González sellaba en Elche su continuidad en Primera División, asentándose en la máxima categoría del fútbol español

Sergio González manda un beso a la afición poco antes de que comenzara el encuentro en el Martínez Valero.

Pablo Vallejo

El 10 de septiembre de 2022 era muy difícil para un aficionado al Cádiz CF visualizar la permanencia. Aquel día, el equipo perdía por cero goles a cuatro ante el FC Barcelona y confirmaba las malas vibras. Es cierto que la temporada acababa de comenzar, pero las sensaciones no podían ser peores tras la disputa de las primeras cinco jornadas. Cinco jornadas equivalentes a cinco derrotas. Un mal inicio que obligaba a hacer lo que se hizo: reaccionar y y volver a ser ese conjunto reconocible, fiable en defensa y resolutivo en defensa que Sergio había confeccionado el tramo final de la campaña anterior. Por eso, disfrutar lo de culminado en el Martínez Valero es un regalo para el aficionado amarillo que, tras años de montaña rusa, de fútbol no profesional y de asentamiento en Segunda, ahora puede gritar a boca llena que su equipo será, por tercer curso consecutivo, equipo de Primera División.

Y todo gracias a un grupo que ha ido evolucionando con el paso de las fechas, potenciado en el mercado invernal y dirigido por un técnico catalán llamado Sergio González que, lejos de poseer el carisma de su antecesor, está demostrando que es un entrenador magnífico, un gestor de vestuario espectacular, un gran ideólogo futbolístico en base a sus planteamientos y, por encima de todo, un hombre que exprime hasta la última gota de sus recursos. Infravalorado.

Un inicio nada prometedor

Porque el verano no fue como el cadismo esperaba. Tras una permanencia épica sobre la bocina en Mendizorroza, todos deseaban que la siguiente campaña fuera la de dar un pasito más. La de asentarse en la máxima categoría y la de dar un salto cualitativo a la plantilla para evitar tanto sufrimiento. El propio presidente del Cádiz llegó a decir, tras lograr la salvación en Vitoria, que no había “nada que celebrar, tenemos que crecer y pensar que estar en Primera es algo normal». Pero el periodo estival – aterrizaron jugadores como Zaldua, Antonio Blanco, Awer Mabil, Ocampo o Bongonda; se fueron otros como Perea, Salvi o Pombo y se logró que Lucas Pérez continuará de amarillo al menos hasta enero - no se desarrolló como prometía y los problemas fueron demasiado visibles demasiado pronto.

Entre lesiones de figuras importantes de la plantilla como Álex Fernández, Rubén Alcaraz, Fede San Emeterio o Rubén Sobrino; la difícil adaptación de piezas desequilibrantes como Thèo Bongonda o Brian Ocampo, la aparición en el once de futbolistas que luego han demostrado no tener la valía para ayudar al equipo y el ambiente enrarecido que dominaba al entorno del Cádiz, el equipo inició el campeonato con cinco derrotas consecutivas ante Real Sociedad, Osasuna, Athletic Club, Celta de Vigo y FC Barcelona y un balance de 14 goles en contra y ni uno a favor. Datos demoledores que auguraban una temporada de dolores de cabeza con el descenso como protagonista.

Pucela, punto de inflexión

Pero todas las películas tienen su giro de guion y el del Cádiz CF se produjo en el José Zorrilla de Valladolid. Tras un encuentro en el que los pucelanos fueron claramente superiores y Ledesma tuvo que sacar a relucir sus habilidades como portero, los astros se alinearon para que, en el minuto 92, un centro de Zaldua fuera tocado por la varita mágica en forma de pie de Álvaro Negredo para lograr, más que una victoria, años de vida. Un balón de oxígeno. Un portazo contra las malas sensaciones y una apertura hacia la creencia de que sí, que era posible darle la vuelta a la tortilla y luchar. Aquel día, el conjunto amarillo no mereció ganar. Pero esto es fútbol y aquí gana el que mete un gol más que el rival. Tal y como reconoció Sergio en la rueda de prensa posterior, “el fútbol nos ha devuelto una de alguna que nos había quitado”.

A partir de ahí el enfoque fue totalmente distinto. Las sensaciones, también. Y eso que los problemas futbolísticos seguían existiendo. Al equipo le costaba un mundo generar en producción ofensiva, pero volvía a ser aquel bloque reconocible y con identidad y que, sobre todo, competía ante cualquiera. Tras la victoria en Pucela, el Cádiz encadenó cuatro empates consecutivos para continuar sumando e ir asomando la cabezita en la lucha por la permanencia (Villarreal, Espanyol y Betis en casa y a domicilio ante el Girona).

El tramo previo al Mundial

Y es que esta campaña ha tenido una particularidad histórica y única: la disputa de un Mundial de fútbol a final de año. El equipo se llevó un nuevo bofetón el 22 de octubre tras salir vapuleado de Vallecas con un contundente 5-1 en el marcador. Iza y Alcaraz, expulsados, y los fantasmas del pasado sobrevolaban a los cadistas. Sin embargo, Sergio González ya había activado a los suyos y, lo más importante, había logrado implicar a Ocampo y Bongonda en los planteamientos técnico-tácticos del equipo.

El uruguayo, por la izquierda, enamoró a la afición con su facilidad para superar rivales. El belga-congoleño, por la derecha, deslumbraba con su técnica. Su primer gol, de hecho, fue la siguiente semana a la debacle de Vallecas, cuando el Atlético de Madrid visitaba la Tacita de Plata. Sobrino, en el tiempo de descuento y con un remate poco ortodoxo, lograba un tanto fundamental para volver a sumar de tres. Antes del Mundial, el Cádiz sacó un valioso empate del Coliseum (0-0) y ofreció una muy buena imagen en el Bernabéu a pesar de la derrota ante los de Ancelotti (2-1).

Resaca positiva tras el Mundial

El Cádiz solo aportó a la cita mundialista a Awer Mabil. Y es que el parón liguero fue fundamental para Sergio González, que aprovechó el tiempo de lo lindo y le puso a las pilas a todos y cada uno de los integrantes de la plantilla. Terminó de engrasar la máquina con jugadores como Ocampo y Bongonda. Ofreció buenas sensaciones en los amistosos (entre ellos uno en Carranza contra el Manchester United) y vio como Argentina ganaba el Mundial con la mente centrada en lograr la permanencia.

Antes de la apertura de la apertura del mercado de fichajes, Lucas Pérez realizó su último servicio como cadista para empatar el encuentro ante el Almería (1-1) y regresar, por fin, al Deportivo de la Coruña para cerrar un culebrón que tenía frito al cadismo. Durante el mes de mercado el equipo demostraba que el parón había servido, y fue capaz de lograr una victoria capital en Mestalla con gol de Alcaraz (0-1). Una semana después, el mundo del fútbol centró su mirada en el Cádiz. El equipo amarillo había sido víctima de una negligencia que pasará a la historia de la liga como uno de sus momentos más vergonzosos y ridículos. Iglesias Villanueva no revisó la posición de Ponce y dio validez a un gol que venía precedido por un clamoroso fuera de juego. Dos puntos que volaban.

Tras perder en el Sánchez Pizjuán, el Cádiz regresaba a Carranza para lograr una victoria muy importante ante el Mallorca (2-0). La comunión entre grada y equipo comenzaba a acentuarse cada vez más y los de Sergio González respondían sobre el césped. La fortaleza como local, donde el Cádiz se ha llevado esta temporada más de seis meses sin perder, ha sido una de las claves de la temporada.

Un mercado de fichajes de verdad

Tal y como sucediese en la anterior campaña, Manuel Vizcaíno se puso las pilas en invierno tras una ventana estival nefasta en materia de incorporaciones. El máximo mandatario se dio cuenta de que el equipo necesitaba un salto cualitativo y, tras cerrar las llegadas de Youba Diarra y Raúl Parra, confió en Juanjo Lorenzo para encabezar a la dirección deportiva amarilla.

El nuevo jefe se quitó de encima a Antonio Blanco, Álvaro Giménez y a Awer Mabil, y puso su foco en jugadores contrastados, con jerarquía, bagaje y acostumbrados a estar en este tipo de situaciones límite con la permanencia. Aterrizaron entonces futbolistas como Gonzalo Escalante, Roger Martí, Sergi Guardiola, Jorge Meré y Chris Ramos.

El bloque fortalecía así el fondo de armario y Sergio disponía de mayor variedad y alternativas para los encuentros, además de sumar piezas mucho más acordes a la situación amarilla.

Al fin, fuera del descenso

La visita a San Mamés se saldó con goleada en contra (4-1) pero, una semana después, el Cádiz lograba algo impensable hacia unos meses: salir del descenso. La victoria ante el Girona (2-0) así lo confirmaba. Los amarillos hicieron uno de sus mejores partidos de la temporada y confirmaban así que, por un lado, el bloque era mucho más fuerte y, por otro, que del feudo gaditano se iban a escapar muy pocos puntos hasta final de curso.

Pero también aparecían malas noticias. Las lesiones han acompañado al equipo toda la campaña, y la lista nunca estaba vacía. Ocampo, Víctor Chust, Álex Fernández o Zaldua son algunos de los ejemplos. Y con eso también ha tenido que lidiar Sergio González y su cuerpo técnico. Y es que si por algo se han caracterizado este curso es por la capacidad semanal de recuperar la fortaleza mental de sus futbolistas. Ni las constantes lesiones, ni el nefasto inicio liguero, ni las negligencias arbitrales o los palos futbolísticos han logrado debilitar a un grupo que ha materializado en el Martínez Valero una gesta coral para el recuerdo.

Fuertes en casa

Si años atrás el Cádiz CF tenía muchos problemas para obtener resultados positivos en el Nuevo Mirandilla, el feudo gaditano ha sido un auténtico fortín en la campaña futbolística a la que ayer se le ponía punto y final.

Dejando de lado el inicio de liga, totalmente pésimo, el club andaluz ha obtenido 27 puntos en su estadio, mejores números como local que el Sevilla FC, que se ha hecho con 26 en el Sánchez Pizjuán.

El 29 de octubre llegaría el primer triunfo en casa, la que era la segunda de la temporada, ya que anteriormente se había ganado en Pucela. Aquel día, Bongonda marcaba en el primer minuto de partido, Álex Fernández hacía el segundo a falta de nueve minutos para el final, pero el Atlético empataba en apenas cuatro minutos, aunque en el minuto 99 Rubén Sobrino hacía el 3-2 definitivo.

Un total de siete triunfos en casa, casi siempre ante rivales directos. El equipo de Sergio González se impuso a Girona y Mallorca cuando aún podían ser considerados enemigos en la lucha por la permanencia. Su sumó una victoria muy importante ante el Rayo Vallecano, y tras tres derrotas consecutivas ante Sevilla, Osasuna y Real Madrid, los andaluces ganaron sus tres últimos compromisos como local.

El Valencia (2-1), el Real Valladolid (2-0) y el RC Celta (1-0) cayeron derrotados en la Tacita de plata. Partidos con un grandísimo ambiente, con una afición que respondió, y que fue el jugador número doce.

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