Cádiz CF

Los mensajes cifrados de Sergio

Ante el Sevilla tenía en marcha un triple cambio para darle mayor mordiente a un equipo que empató y, acto seguido, mandó echarse atrás preso de la responsabilidad

El entrenador cadista peca de valiente en algunos casos y de timorato en otros

Alfonso Carbonell

Evaluar con profundidad a Sergio González durante su corta y ya exitosa etapa en el Cádiz es imposible. Y además sería hasta cierto punto injusto.Pero sí que se puede analizar la gestión que está llevando a cabo a lo largo de sus catorce partidos ligueros que lleva al frente del equipo amarillo.

Llegó en descenso , cogió a un equipo muerto en vida y alma y no solo lo ha sacado de esos puestos sino que, lo más sorprendente hasta no hace mucho después de años de sopor, le ha hecho jugar al fútbol. Y bien. O muy bien si se compara con el antifútbol que se practicaba en los últimos y decepcionantes coletazos de la era Cervera, el mejor entrenador de la historia del Cádiz CF.

Como es normal, antes de que Sergio se sentara en el banquillo local de Carranza los medios hicieron su trabajo. Esto es, preguntar en el último sitio en el que había estado por cómo era Sergio.Qué estilo tenía, qué juego proponía y todas esas cosas que sirven para hacerse una idea de lo que estaba por llegar.

Y como suele ser habitual después de una destitución, las cosas que llegaban no eran del todo positivas . Desde Valladolid llegaban voces contradictorias pero lógicas. Y es que no es lo mismo preguntar ahora por Cervera que hacerlo cuando justo después de firmar la mejor clasificación liguera del Cádiz de su historia en Primera igualada con la de Espárrago allá por los 80.Por lo tanto, lo último que había sembrado Sergio fue un descenso. No fue cesado durante la temporada, ya que le finalizó, pero el club no cumplió el contrato y acabó llegando a un acuerdo para destituirlo.

Y sí. A Sergio, en sus últimas jornadas como entrenado del once pucelano se le tachó de defensivo, ultradefensivo si se quiere. No así cuando consiguió el ascenso a Primera y mantenerlo en su primer año en la elite. Todo un éxito.

Desde Valladolid no entrenaba y fue en enero pasado cuando recibió la acertada llamada de Vizcaíno. El Cádiz acababa de caer 2-0 en Pamplona en un partido patético y Cervera se enteraba por la prensa que prescindían de él mientras su sustituto negociaba en el club con el presidente.

Resucita a un equipo moribundo

Sergio tenía trabajo por delante. Mucho. Y se puso a trabajar. Le llegaron fichajes que mejoraron el equipo pero fundamentalmente cambió la mentalidad de unos jugadores a los que no se les paró de repetir que no sabían ligar dos pases seguidos.

Llegó el debut ante el Espanyol y al descanso se palpó la tragedia tras un 0-1 que bien pudo ser más. Pero Alejo y Negredo, defenestrados por Cervera, remontaban con tan mala suerte que en el descuento los pericos empataban

Tras ese encuentro se venció ‘a lo Cervera’ en el campo del Levante y se le hurtó un partido en Mallorca. El varapalo fue tremendo pero por delante estaban dos partidos en casa donde había que sacar seis de seis. Fue que no. Dos empates y primeras críticas que culmiraron con otro empate en Granada ante un rival en inferioridad numérica durante más de medio partido.

Entonces, en esos tres partidos, fue cuando más salió ese perfil responsable de un entrenador que nunca ha dejado de serlo pese a las teóricas prisas que daban una clasificación con tintes claros de descenso.Ante Celta y Getafe en casa Sergio apostó por una defensa de tres, o de cinco, según se mire, y tres delanteros, tres. Tampoco es que el juego fuese muy ofensivo, entre otras cosas, porque no era lo que buscaba. Porque si algo ha demostrado Sergio, sobre todo en Granada, es que no es un kamikaze. Claro que intentó ir a por la victoria en esos tres encuentros, pero lo que tenía muy claro es que tras la disputa de los mismos su equipo debía seguir con vida. Y la mantuvo. Con asistencia y dejando escapar muchos puntos, pero la mantuvo. No se fue a tumba abierta en Los Cármenes preso de la responsabilidad y el temor que Luis Suárez o Machis le dejasen al equipo en coma.

Pasados esos encuentros se llegó a Carranza y se venció al Rayo (2-0) con un juego mesurado y equilibrado, pero siempre dominador. Tres puntos y al Wanda, donde el Cádiz cuaja un gran encuentro pero se queda sin un premio que llegaría en el descuento de otro encuentro en Carranza, ante elVillarreal, contra el que se sabe sufrir pero se acaba ganando. Y con fútbol.

El Cádiz CF de Sergio va creciendo partido a partido y con un lenguaje ambicioso. En todo momento su equipo quiere ser protagonista. Lo fue ante el Atlético y lo vuelve a ser ante el Valencia, donde se puntúa en un buen encuentro en el que le sale esa vena conservadora y no menos sensata.

Tras el empate en Mestalla se llega a un Cádiz -Betis donde falla a nivel táctico en la segunda parte tras adelantarse en el marcador Alejo. Entonces, Pellegrini aviva a su equipo con tres cambios que desarbolan a un Cádiz CF cansado y al que su entrenador lo deja ahogarse sin cambios. Derrota en casa y peores presagios tras ver la tristeza instalada en el rostro de Sergio, que sabe que se ha equivocado.

Y del pesar a la euforia de Barcelona, donde Sergio ‘tira’ el partido antes de tiempo para acabar dando una lección con unos suplentes que demuestran haber estado desaparecidos -de ahí la lectura que se hizo de no hacer cambios ante elBetis-, pero para nada muertos.

Los tres puntos en el Nou Camp vienen del cielo, además del honroso trabajo de todos, y dejan a los titulares campo abierto para sacar mucho más brillo a este pelotazo en casa ante elAthletic. Pero nada. Nuevo pellejazo en casa y nuevas caras dubitativas que vuelven a despejarse tras un partido en el que Sergio deja varios mensajes cifrados, tanto a sus jugadores como a los aficionados.

Tres partidos en uno

Porque el partido en el Pizjuán tiene tres partes. O lo que es lo mismo, tres partidos en uno jugados de manera distinta. Una, la primera y hasta el 1-0 de En Nesyri, sumisa. Dos, hasta el 1-1 de Lucas Pérez, ambiciosa. Y tres, hasta el final, responsable con grandes rasgos conservadores. La conclusión, según se vio durante los 90 minutos, es clara:El Cádiz fue mejor durante esa mitad del encuentro en la que fue a por el gol que cuando se dedicó a esperar y guardar la ropa, que fue donde encajó el primer gol y estuvo cerca de perder el punto.

La apuesta inicial era respetable. Y hasta coherente. El escenario y la enjundia del rival ayudaba a que el Cádiz CF saliera con un planteamiento similar al del día frente al Barcelona. Pero con una salvedad. El Barça de Xavi no ataca como el huracán sevillista, ya esté Lopetegui ya esté Juande Ramos. Mientras que el conjunto culé hace de la posesión un pecado cuando el ataque es estático, el once de Nervión es capaz de sacudir a su rival sin trenzar grandes jugadas, simplemente mandando balones al área rival empujado por la intensidad de sus jugadores y del público. Fue así como en apenas cinco minutos pudo verse como la defensa cadista había achicado hasta cinco balones dentro de su área. Y al sexto minuto, el gol.

¿Y qué hizo el Cádiz a partir de ahí y con el mismo equipo? Pues salir de la cueva pese a los nervios de sus jugadores, que fallaron muchas entregas en su intento de ser protagonistas. Y ahí está la gran virtud de este equipo de Sergio, que se sobrepone a sus propios errores y miedos y hasta que no se hace con el partido no para. Y no paró. Hasta el empate, que llegó a balón parado pero nadie puede decir que no fue justo.

Fue en ese preciso momento cuando Sergio enseñó su patita más conservadora.Justo antes del 1-1 de Lucas Pérez tenía preparado un triple cambio con la idea de terminar de arrinconar a un Sevilla contra las cuerdas. Idrissi, Negredo y San Emeterio se preparaban para salir justo antes de que Lucas Pérez llevase al cadismo a la gloria . Conseguido el empate, Sergio cambia de idea y saca del campo únicamente a José Mari por San Emeterio y anula ese triple cambio que prometía ir a por el partido de manera contundente. Pasan los minutos y en el 78’ entra Negredo por Jonsson dejando dos delanteros pero por poco tiempo ya que en el 83’ mete a Arzamendia, Salvi y Alarcón por Alejo, Lucas Pérez y Sobrino reconstruyendo el once para dejar un triple pivote y un solo delantero, Negredo. La idea es clara: guardar el punto a pesar de que en el momento en el que se consigue el empate parte del Pizjuán silba a su equipo, que parece estar pasándolo realmente mal. ¿Y qué pasa? Pues que los hombres de Sergio leen con claridad un mensaje cifrado que les dice que hay que echarse atrás. Y efectivamente, el Cádiz da ese paso atrás, le concede el balón a un rival herido al que le vuelve a dar vida sin que se lo haya ganado. Basta un dato que aclara todo esto. Hasta que el Cádiz empata, los amarillos son poseedores del balón en un 63% por un 47% del Sevilla. Justo después de los cambios la cosa cambia para terminar el Sevilla dominando con un 77% de posesión por un 33% del Cádiz CF, que acaba casi colgado del larguero para celebrar un punto más que merecido que, quien sabe, pudo haber sido mucho más.

Así es Sergio González, responsable y ambicioso a partes iguales.Valiente y timorato según las circunstancias que rodeen a su equipo. Y en parte, estos términos lo definen a la perfección al entrenador de Llobregat, un amante del equilibrio que no se deja llevar, y gracias, por la euforia del momento.

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