Cádiz C

Cádiz CF-Almería (2-1) Una victoria con olor a Primera

El líder se pone el traje de faena para remontar a base de fe y deja a ocho puntos al tercer clasificado

Alfonso Carbonell

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La Primera está ahí. El Cádiz CF la puede oler ya. Sabe que tiene que seguir escalando, pero la cima la ve. ¡Vamos que si la ve! Poco importa que le esté costando la misma vida jugar bien, poco o nada importa y es que este equipo se supo agarrar del volcán de Carranza para sacar adelante un partido que, con el empate del Huesca en su casa, deja de nuevo al tercer clasificado a una distancia sideral. Carranza, grada y equipo, celebró la victoria como el que sabe que está celebrando algo muy grande pero que no debe decirlo por eso de los mal farios. Pero sí, el pitido final del árbitro, el único que gustó, se celebró como una lotería pero esta lotería no es producto de la suerte sino del trabajo que se lleva haciendo desde el Rico Pérez y que allá por mayo o junio a lo más tardar debe abrir las Puertas de Tierra a un equipo que va caminito del Falla… y de Primera. Ah, y de fútbol se puede hablar otro día. ¿Qué más dará!

La victoria, con remontada incluida, se basó en el coraje y en la fe de un equipo que si bien ha perdido el hilo de su juego no se ha olvidado de la solidaridad, el sacrificio y la confianza en lo que se hace pese a que no se esté haciendo todo bien. Es por eso que esta victoria debe valorarse como se ha valorado, porque ganar sin apenas fútbol conlleva cantidades industriales de corazón.

Cervera quería volver cuanto antes a los orígenes de su juego, pero no lo hizo con las mismas herramientas sino parecidas. En unos casos, de manera obligada ya que sus estandartes Garrido y José Mari eran baja por lesión y sanción respectivamente. Edu Ramos y Bodiger fueron los sustitutos. En otros casos, por alternativas. Así, Iván Alejo volvía al once para sentar a un Salvi con chispa pero sin acierto. También regresaban el Choco Lozano y Perea en detrimento de Álvaro Giménez y Nano Mesa. Había dejado claro a lo largo de la semana que no jugaría con dos delanteros y que no se iba a dejar ‘presionar’ por la cantidad que tiene desde que en el mercado invernal le llegarán dos y medio. Y tanto que no se presionó ya que ninguno de los tres refuerzos invernales formaron parte del once.

Pese a las dudas de dos equipos inmersos en problemas de identidad y resultados, lo cierto es que el partido comenzó movidito. Ya se sabe, algo que puede gustar en la grada pero no tanto en los banquillos, donde Cervera rumiaba lo que lleva rumiando desde el inicio del año. Y eso no es otra cosa que los suyos tienen, o parecen tener, mayor presencia en campo contrario pero muestra más desnudez en campo propio. Al Almería se le veía cada vez más cómodo, hacía uso de la pelota y entraba con cierta facilidad en una muralla amarilla que ya no es tal. Vada, Corpas o Appiah aprovechaban las facilidades y se colaban como si nada cerca de las inmediaciones de Cifuentes, que en el minuto 10 se vio sorprendido por una jugada personal de Darwin Núñez, que se coló hasta la cocina para meter un pase atrás para que Vada disparase y el balón saliera rechazado a Corpas, que en su segundo intento batía a Cifuentes.

El empate sin disparar a puerta

El gol servía lógica a un encuentro que desde sus comienzos respiraba agitado, sin mucho fútbol pero con tremendas ganas. Esas mismas de la que tiró la afición para levantar a un líder herido que pronto se enganchó de nuevo gracias a una internada de Perea, que se iba de Corpas hasta pisar la línea de fondo desde donde envió un centro a Lozano que fue rematado en propiameta por Maras para delirio de una grada que encontraba su recompensa.

Con más calma ya, el Cádiz CF intentó centrarse en lo trabajado durante la semana y frenó un tanto su ímpetu desbocado con un Edu Ramos más que correcto. A ello también contribuyó el Almería, que visto lo visto tampoco quería liarse a mamporros con el líder desde el primer tiempo. La mesura apareció en el verde y los jugadores pactaron una pequeña tregua tras el primer zafarrancho de combate en un partido bronco desde el principio.

Sin apenas fútbol, los intentos del Cádiz CF se limitaban a balones en largo de los centrales para que lo batallasen sin éxito alguno los hombres de arriba. Tan solo Perea y Álex daban mesura a un juego que se volvía eléctrico con una galopada de Espino con la que dejaba atrás a dos defensas para poner a Lozano un balón de oro pero que se quedaba corto.

Jugaba el Cádiz CF sus mejores minutos gracias a las apariciones de Perea y Álex pero seguía faltando el remate, ningún disparo a puerta en todo el primer tiempo, y sobrando muchas disputas con el árbitro, al que se le recriminó su permisividad con las entradas de los jugadores indálicos y la excesiva intolerancia con los locales. Y así, con una tremenda bronca del respetable con el trencilla, se llegaba a un descanso en el que ambos técnicos aprovecharían para apuntalar muchos aspectos.

No tendría que ver tan mal la situación Cervera, que salió con los mismos al segundo tiempo. Lo mismo que Guti, que presenciaba desde un palco como eran los suyos los que comenzaban inquietando al Cádiz CF y con las ideas más claras que un rival sin fútbol alguno en la sala de máquinas. Consciente de que al equipo le faltaba algo Cervera daba entrada a Salvi por Alejo con la intención de refrescar la banda. Por su parte, Álex no tenía otra que bajar hasta la retaguardia con la idea de llevar algo de oxígeno a sus compañeros de delante, deprimidos con el cariz que estaban tomando los acontecimientos.

Y fue precisamente Álex el que daba una bocanada de aire a todo el estadio cuando adelantaba al equipo después de un jugadón por banda de Salvi, que tras aguantar una tarascada de Martos, ponía el balón en la línea de gol para que el madrileño lo rebañase hasta en dos ocasiones para meterlo dentro de la portería de Fernando.

El gol cadista envalentonó al Almería, que al minuto pudo empatar después de una jugada individual de Balliu, que volvía a meterse sin problemas en el área para ceder el balón a Jonathan que con Cifuentes ya derrotado enviaba el balón al larguero.

El tanto hizo que Guti sacase a Juan Muñoz para dar mayor mordiente a su ataque mientras que Cervera relevaba a Bodiger por el canterano Sergio para recomponer la medular.

Se adentraba el encuentro en su recta final bajo, ahora sí, el guión establecido por Cervera. Salvi le daba al Cádiz CF esa amplitud y aire necesario para poder reventar al Almería en cualquier contra mientras que el conjunto indálico buscaba el empate con posiciones largas y no poco verticales. Y si aire y velocidad le daba Salvi al ataque, tranquilidad y confianza aportaba a la zaga Cifuentes, que esta vez sí que estuvo contundente y valiente a la hora de salir a por esos dichosos balones colgados que hacen de Carranza un flan.

El Almería encerró en su área al Cádiz CF en un descuento que acabó felizmente para un cadismo que sueña despierto, muy despierto. Y todo eso, sin fútbol. Los rivales, por lo que se ven, ya desisten de seguir a un líder que gana sin querer queriendo.

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