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¿Innegociable o incurable?

Los malos resultados abocan a un debate en torno al sistema empleado por Sergio, tan encallado como criticado por la ausencia de fútbol

Sergio, durante un momento de un entrenamiento en El Rosal. ccf

Alfonso Carbonell

Las cosas no van nada bien y no parecen que vayan a cambiar. Sobre todo porque quien está al frente parece ser, como todos, un entrenador que querrá morir o vivir con sus ideas. Y ya se sabe que las ideas de Sergio González no son otras que apostar por un 4-4-2 que está más que en entredicho debido a los malos resultados, pero muy especialmente por la poca creatividad de un equipo encallado en un laberinto.

Desde que llegó al banquillo gaditano hace ahora justo dos años, se agradecieron dos cosas en la afición amarilla; la primera no era otra que las ganas por hacer del Cádiz CF un equipo que se sintiera importante con el balón. Recuperó a Víctor Chust del ostracismo y puso al equipo a tocar la pelota de atrás hacia delante. Llegaron, además, hombres como Alcaraz, que por entonces se preocupaba más por aparecer para construir y no como ahora, que lo hace para destruir tal y como se aprecia en la clasificación de jugadores más tarjeteados de la Liga, donde el mediocentro catalán aparece como segundo con más amonestaciones por detrás de otro cadista, Iván Alejo. Un poquito atrás aparece Fali. Todo un espejo donde mirarse y ver a qué está jugando este Cádiz CF en descenso. Pero sin salir del tema, aquel conjunto que comenzó a entrenar Sergio le daba al balón un trato especial, más cuidadoso, más delicado. Y en los encuentros donde el oponente era superior, si no se imponía en la posesión siempre, al menos, la discutía. Hoy en día eso ha pasado a mejor tiempo. Otro rasgo característicos de ese Cádiz CF de los inicios es que arriba aparecían hombres como Idrissi, que no perdía un balón, o Negredo, que los bajaba todos y a partir de ahí se apoyaba o bien en las bandas o bien en los mediocentros.

Pero si hubo una novedad con Sergio fue el cambio de sistema, que se pasó del 4-2-3-1 con Cervera al innegociable 4-4-2, con ciertas licencias en la temporada siguiente y la presente al 5-3-2-1, empleado especialmente para medirse a rivales más poderosos en el centro del campo. Los resultados no han sido muy positivos, todo sea dicho.

Lo que nunca se ha visto en Sergio es recuperar esa figura del mediapunta tan idealizada en una afición cadista desde los tiempos de Ariel Zárate, Duda, Matías Pavoni, Lucas Lobos, Carlos Caballero, Fran Machado y acabando con Álex Fernández. Todos ellos se pusieron a las órdenes de entrenadores como Jose González, Víctor Espárrago, Javi Gracia o Álvaro Cervera y dieron un resultado bastante aceptable. Y no reñido con el fútbol.

Por todo ellos, por esos recuerdos, y sobre todo, por la preocupante falta de conexión entre el centro del campo y los actuales delanteros cadistas, Chris Ramos y Maxi Gómez, el debate se ha abierto camino en la sufrida hinchada cadista que se pregunta cómo es posible que el ariete uruguayo sea titular con la nula aportación que ha ofrecido hasta el momento.

Además, la lesión de larga duración de Roger, un delantero que se ofrecía y que por momentos hasta podía hacer las funciones de ese '9' falso dado su calidad y visión de juego entre líneas, no ha hecho más que incrementar el ruido en torno al debate del sistema, siempre tan recurrente cuando no aparecen las soluciones dentro del encallado engranaje de un entrenador que este domingo se juega el poco crédito que le queda ante el Valencia y su afición.

El buen momento de Chris Ramos le hace ser insustituible, no así Maxi Gómez, que en Granada volvió a defraudar ostensiblemente. Así las cosas, y unido a que Kouamé gana enteros para ser titular, cobra fuerza la opinión de que Álex pudiera verse adelantado y jugar en la posición en la que Cervera le ponía y desde donde más ha dado al Cádiz CF. El pelirrojo formado en La Fábrica y mejorado por Cervera fue el máximo goleador del equipo en la temporada del ascenso a Segunda jugando como mediapunta. Otras alternativas al madrileño podría ser Robert Navarro, un jugador con calidad que anda escondido y sin continuidad en la banda.

Con cambio o no de sistema, lo que parece claro es que el 4-4-2 descansa en estos momentos en dos jugadores que se manifiestan aislados a la hora de asociarse con jugadores. Y mientras, Sergi Guardiola, en mala forma, y Álvaro Negredo, que no cuenta, ven las horas pasar a la espera de una oportunidad que podría llegar a un jugador de segunda línea antes que a ellos. Hasta el momento, el 4-4-2 es innegociable, pero acabará siendo incurable. Este domingo se verá.

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