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Cádiz CF

Las dudas salpican a Garitano

El entrenador vasco, con un año de contrato por delante, no cuenta con el respaldo unánime de la afición

La burbuja acabó explotando

Gaizka Garitano. ccf

Alfonso Carbonell

Cádiz

Gaizka Garitano firmó con el Cádiz CF el pasado mes de diciembre del 24 para lo que restaba de temporada y una más, en caso de una permanencia que está conseguida prácticamente solo a falta de que las matemáticas hagan callar a las carambolas.

No hay que ser muy ducho en la materia, basta con no ser dirigente o futbolista del Cádiz CF, para ver que el estado de ánimo de la afición amarilla está por los suelos. La temporada sigue pasando con más pena que gloria a pesar de la remontada del pasado viernes en Carranza ante un Almería que jugaba con dos hombres menos en el segundo tiempo. Quedan tres partidos aún por tragarse y esta insufrible campaña parece eternizarse, no tener fin. Y todo esto, este clima, este hastío, este sopor, este enfado, esta desolación, la está pagando precisamente el único que ha sabido hacer sus deberes.

Porque es el entrenador Gaizka Garitano el responsable directo de que la nave que dejó a la deriva Paco López no haya acabado en la ciénaga donde han ido a parar equipos como Cartagena, Tenerife y Racing de Ferrol rival este próximo domingo del Cádiz CF en A Malata, escenario de lo que puede ser un nuevo papelón del desastroso equipo amarillo. El preparador vasco, sin duda, no tardó en arremangarse para quitarle todas las tonterías a un equipo que en realidad no eran tan malo como estaba pintándolo su antecesor. Por eso, porque cogió el toro por los cuernos, el Cádiz CF comenzó a salir poco a poco del peligro hasta instalarse en posiciones más cómodas, ilusionando así, a más de un ingenuo.

Entre medias de esa mejora, el conjunto amarillo recuperó una identidad, una forma de juego; pudo así la afición, mucho tiempo después, reconocer a qué jugaba su equipo tres partidos después de la llegada de Garitano. Exactamente, el Cádiz CF de Garitano se presentó en sociedad en el primer encuentro de 2025 y que se jugó en Carranza ante el Levante, donde no se pasó del empate sin goles aunque el combinado amarillo convenció desde el principio al final a una hinchada que por fin entendía qué le quería decir su entrenador después del mutismo impuesto por Paco López, Pellegrino y la última etapa de Sergio.

Esa evolución, esa sencillez y esa manera de jugar dio sus frutos y llegaron esos diez encuentros seguidos sin conocer la derrota hasta que llegó febrero y el sonoro 3-0 en Albacete. De ese varapalo se repuso el Cádiz CF ganando de manera engañosa los dos derbis consecutivos ante Málaga y Granada. Sin embargo, la identidad comenzaba a formar parte del pasado. Y ahí sigue.

Por todo ello, paulatinamente, el crédito de la ilusión que se ganó Garitano se ha pinchado de forma sobresaliente. Cuesta encontrar a alguien entusiasmado por un técnico bilbaíno que, responsablemente y al ver la aguja mareada, se dedicó a sumar puntos como fuera para salvar de un incendio al club. Y lo ha conseguido. Eso sí, por el camino se ha dejado todo ese rédito que se ganó a pulso durante esos inicios de año que se ensuciaron a mitad de febrero en La Mancha.

Además, puestos a analizar lo producido por Garitano, tampoco el aficionado medio llegó a encapricharse por un juego -en su mejor momento- serio, ordenado, disciplinado y poco más. Porque no puede decirse que este equipo haya enamorado. Si se pone en una balanza las opiniones de muchos cadistas, seguramente, el resultado de los pareceres del personal señalarían más bien a un perfil más defensivo que creativo. Cierto es que Garitano ha obrado según unas circunstancias que no le han dado para hacer juegos de pirotecnia, tan verdad es esa como que tampoco ha tenido un discurso ilusionante.

A todo ello hay que sumar su manejo del equipo durante los encuentros, sus mensajes inconclusos, su querencia por un jugador en detrimento de otro cuando la situación podía pedir otro registro... Muchos 'peros' para tan poco. Por último, y sin salir del apartado táctico, el último encuentro ante un Almería con nueve jugadores lo ha terminado de retratar al no ser capaz siquiera de levantar una defensa de cuatro para ponerla de tres ante un rival diezmado y que solo se metió en líos tras la absurda perdida de tiempo de un portero que no hizo más que alargar el descuento para festejo de unos jugadores que, eso sí, entendieron mucho mejor la sencillez del que terminará el curso que la complejidad del que lo empezó. Ahora bien, ¿qué dirá la afición ante tantas dudas?

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