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El ADN sigue intacto

Por enésima vez, este Cádiz de Primera sabe puntuar y competir en un momentos cumbres

Los jugadores del Cádiz celebran el gol de Chris Ramos. ccf

A. C.

Este Cádiz CF está hecho de otra pasta, de hierro, o de cemento armado. Es duro. Y ojo, no lo es ahora con Sergio, lo fue y lo comenzó siendo con Álvaro Cervera en el banquillo. Desde que se subiera en la media temporada de la pandemia a Primera División, el ADN de este Cádiz CF es de sobra conocido por una afición que puede decir que cuando peor se le ponen las cosas a los amarillos, mejor solventan la papeleta.

Podrá sestear, dormirse en los laureles, pero cuando viene el lobo el once amarillo saca sus garras y se pone a competir como le fuera la vida en ello. Y es que en parte, le va. Le pasó el primer año en pandemia con Cervera y le siguió pasando el siguiente y el siguiente con Sergio ya en el cargo de entrenador.

Sin ir más lejos, el curso pasado ganó cuando tenía que ganar y se pegaba los castañazos cuando tenía margen de error. ¿Quién no recuerda acaso como el estadio Carranza se convirtió en un auténtico fortín para encauzar la permanencia en la recta final de la temporada? ¿Quién no recuerda las victorias en casa ante Valencia, Valladolid y Celta después de perder estrepitosamente en el Metropolitano o en el estadio de la Cerámica? Y es que los de Sergio se supieron dosificar de la mejor forma posible centrándose en sus encuentros como local y 'dejándose ir' en campos algo más complicados.

Así solventó la permanencia el curso pasado y no menos la consiguió en la anterior campaña, donde Sergio no comenzó con toda la regularidad deseada tras varios empates consecutivos, uno de ellos, ante el Granada con un jugador menos y que le costó las primeras críticas como entrenador cadista. Eso sí, supo mantener con vida a un Cádiz CF que a medida que se acercaba el final de Liga fue sacando los partidos vitales adelante. Aún se recuerda esas gloriosas victorias ante el Rayo o el Villarreal en Carranza para sacar la cabeza en el momento justo. Cómo olvidar también la victoria en el Nou Camp con un equipo repleto de suplentes.

Y es que así cómo se comporta un equipo rocoso, que sí, que se agarra a la tabla de la vida sin fútbol apenas, pero sabe cómo agarrarse y sacar lo poco positivo que da el oxígeno suficiente para ir cogiendo esa confianza que aún tiene que entrar en el vestuario. A falta de esa confianza, lo que ha vuelto a sacar el equipo de Sergio es el orgullo y el amor propio para disipar algunas dudas que el equipo estaba dando en cuanto a su armonía con el entrenador. Sergio puede estar tranquilo porque su equipo no ha dejado de comportarse como lo que es, un superviviente que mantiene intacto su ADN.

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