EL RAYO VERDE

HISTORIA ANDALUZA DE LA INFAMIA

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En el canal parlamentario de la Cámara andaluza, el pasado jueves, parecía producirse ese colapso final del escribidor de 'La tía Julia y el escribidor' de Vargas Llosa, que confundía los argumentos de sus seriales en pleno delirio. En el canal 4 -comisión de Educación- Luciano Alonso daba cuenta del expolio de los cursos de formación: 17,4 millones en 541 expedientes, por ahora, cuando queda la mitad de las ayudas entregadas por revisar. En otro de los circuitos del eficaz servicio de 'Parlamento en directo', que veíamos en la sala de prensa de la Cámara, el titular de Economía, Sánchez Maldonado, rendía cuentas de otras dos investigaciones, la que se está practicando a UGT, que va ya por 4,9 millones que el sindicato debe devolver, cuando aún quedan 16 expedientes en capilla, y aún un capítulo más de este museo de los escándalos: las ayudas sociolaborales de los ERE, investigadas por Alaya, el dinero entregado a empresas con cargo a la investigada partida 31L, donde se reclaman 71 millones más, una cantidad también por aumentar cuando se dé por culminada la investigación administrativa, que la judicial es de otra envergadura. Cuando por la noche cerré el ordenador sentí un asco que me superaba.

Ni las cifras, ni el relato de los consejeros, que ponían sus caras circunspectas o cariacontecidas al relato del expolio, ni el debate político más o menos oportunista pueden ocultar el fondo de la cuestión: la administración de la Junta de Andalucía ha sido un desastre y su falta de control ha propiciado un fraude que indigna. Da igual que suceda en otras comunidades o en otros países o en otros partidos. Hablamos de aquí y ahora, del sitio en que vivimos e incluso nuestro lugar en el mundo.

Queda mucha alfombra aún por levantar. No se puede despachar la explicación de este desastre con un «yo no estaba allí», como hizo la presidenta de la Junta. Pero tampoco se puede culpar sólo a los políticos. Todo esto habla de una sociedad civil llena de mangantes, que ahora se escudan en culpar a los que mandaban.