Edificio destrozado en la localidad turca de Reyhanli tras un atentado. A la izquierda, una ejecución en Siria. :: AFP
MUNDO

La talibanización de los rebeldes sirios

La radicalización de los opositores armados complica el apoyo internacional a la revolución

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Tres hombres maniatados y con los ojos vendados escuchan a un encapuchado que lee su sentencia de muerte. Cientos de personas siguen en directo este juicio rodeando en círculo a los acusados en la plaza de Raqqa, ciudad del norte del país fuera del control del régimen desde marzo. En apenas un minuto y medio las palabras sobran y dos personas disparan en la cabeza a los reos, supuestos paramilitares leales a Bashar el-Asad, entre la algarabía general y gritos de alabanza a Dios. Después les rematan en el suelo por si el primer tiro no hubiera sido suficiente. Parece el Afganistán talibán, pero es Siria.

Por segundo día consecutivo, después de las imágenes de un rebelde mordiendo el pulmón de un enemigo, los grupos armados de la oposición subieron un vídeo a Internet para intimidar a sus enemigos y volvieron a lograr ahondar aún más en la crisis de confianza de Occidente y los socios regionales en el bando del conflicto por el que han apostado desde el estallido del levantamiento.

El Ejército Sirio Libre (ESL) trata de ganar crédito y ha ordenado la apertura de una investigación para aclarar las circunstancias de la grabación del miliciano que muerde las vísceras de un soldado, unos hechos que el propio protagonista admitió en una entrevista a la revista 'Time'. El ESL promete «un castigo», pero la medida carece de recorrido debido a la falta de unidad de mando dentro de una oposición armada donde cobran cada vez mayor importancia los grupos radicales islamistas, entre ellos el Frente Al-Nusra, brazo de Al-Qaida en Siria.

Después de casi dos años en los que la oposición ha documentado la guerra a base de subir a la Red vídeos de torturas, bombardeos y matanzas llevadas a cabo por fuerzas leales al régimen de Damasco, los rebeldes monopolizan durante las últimas horas en Internet el sello de la brutalidad de una guerra que ha costado la vida en Siria a más de 94.000 personas, según el último balance del Observatorio Sirio de Derechos Humanos.

El ritmo de la barbarie es tan acelerado que las espeluznantes imágenes de decenas de cadáveres tirados en charcos de sangre en Banias, localidad costera del noroeste, de principios de mes parecen ya parte de un pasado muy lejano.

En la última masacre, como antes en Hula o Daraya, la característica común fue la muerte por motivos sectarios ya que la mayoría de los fallecidos fueron suníes, secta mayoritaria en un país controlado por la minoría alauí, a la que pertenece el presidente sirio. La oposición acusó entonces a paramilitares del régimen y las autoridades de Damasco responsabilizaron a «terroristas», forma de referirse a los opositores armados. Nunca hubo una investigación independiente.

Mientras la diplomacia ultima los detalles para la cumbre apadrinada por Estados Unidos y Rusia, que podría celebrarse a comienzos del mes próximo, sobre el terreno continúa la violencia. Nadim Houry, director de Human Rights Watch en Beirut, confesó al diario 'The New York Times' que «la desconexión entre los que sucede en las calles y la diplomacia es total. El conflicto es cada vez más visceral, se ha convertido en una lucha existencial. Es complicado imaginar cómo pueden discurrir las negociaciones».

Pese a las reticencias mostradas en un primer momento, Damasco ya habría enviado la lista con sus representantes para el encuentro. El Gobierno pone una condición previa sobre la mesa que es la aceptación de El-Asad como interlocutor y así lo subrayó el viceministro de Exteriores, Faisal Mekdad. «Cualquier intento de solución a la crisis que no cuente con los dirigentes del régimen será catastrófico», advirtió el 'número dos' de la diplomacia siria.