Gina DeJesus, en el cartel, no ha querido mostrar aún su rostro. :: AFP
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Ariel Castro se declara inocente de los crímenes de Cleveland

Dos de las chicas que tuvo encerradas en su casa durante diez años sufren malnutrición y deformación facial

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Hay una buena razón por la que el público solo ha visto imágenes de una de las tres chicas de Cleveland tras su liberación. Amanda Berry, que concibió una hija con Ariel Castro, recibía mucho mejor trato que las otras dos jóvenes, Gina DeJesus y Michelle Knight, a las que la Policía encontró muy golpeadas y desnutridas. Tanto que no quieren mostrar su rostro. El hombre que las tenía en su casa, Ariel Castro, no se considera responsable de ello. De hecho, planea declararse inocente de todas las acusaciones, según revelaron ayer sus abogados.

Craig Weintraub y Jaye Schachet, dos abogados con experiencia en asesinos en serie, han comenzado una campaña televisiva para restaurar la imagen de su nuevo cliente, de cara a un juicio que se anticipa difícil de ganar. «Los medios de comunicación lo han dibujado como un monstruo antes de conocer la historia completa y eso es injusto», dijo Schlachet al canal local WKYC. «Eso no es lo que vimos nosotros durante las tres horas que nos entrevistamos con él. Encontramos a un ser humano muy comprometido con el bienestar y el futuro de su hija, y si la gente cree que eso no conecta con lo que se le acusa de haber hecho, es su problema».

Se refiere a Jocelyn, la pequeña de seis años que cuando su madre logró escapar lloriqueaba llamando a su «papi». Varios vecinos habían visto a Castro paseando a la niña y llevándola a desayunar a McDonald's. Castro siempre decía que era la hija de su novia y en los últimos meses llegó a estar tan encariñado con ella que le enseñó su foto a una de sus hijas mayores. «¿No es bonita esta niña?», le preguntó. «Por favor, papá, si se parece a mi hermana Emily», contestó Angie Gregg. Él insistió en que no era el padre, solo el novio de la madre.

A medida que fueron creciendo, los cuatro hijos que tuvo Castro con su esposa Grimilda Figueroa sufrieron las mismas palizas y abusos que su madre, fallecida el año pasado de un tumor cerebral que sus familiares atribuyen a las palizas. Según el expediente médico que sirvió para la orden de alejamiento, le causó embolia cerebral, hombros dislocados, costillas y nariz rota, varios dientes saltados y una letanía de taras físicas. Anthony Castro, que ha renunciado a usar el nombre de su padre, dice que los abusos iban más allá de lo que uno puede esperar ver en casos de violencia doméstica.

«Quería que lo cogieran»

Nadie sabe qué es lo que hizo a Amanda Berry vencer el miedo y aprovechar la salida de Castro para escapar de la casa. Onil Castro especula con que su hermano Ariel pudo dejar el candado interior de la puerta abierto a propósito «porque quería que lo cogieran». Por las cartas que la Policía ha encontrado dentro de la casa se sabe que después de diez años con tres chicas secuestradas en el ático y en el sótano estaba cansado de la situación y se sentía atrapado.

Esa frustración la pagaba con DeJesus y Knight, que se llevaron la peor parte de su rabia. Cuando planeaba estar muchas horas fuera de la casa las amordazaba y les cubría los ojos y la boca con esparadrapo, que luego arrancaba sin compasión, llevándose por delante la piel y los cabellos. Después de tenerlas sin comer durante días o semanas, Castro traía comida a una de ellas y obligaba a la otra a verla comer.

Estos son solo algunos detalles que van emegiendo de las dos chicas que ni siquiera quieren mostrar su rostro, que en el caso de Knight necesitará una reconstrucción faccial para restituir la musculatura dañada. DeJesús, que tiene el pelo cortado, se subió la capucha al entrar en casa y escondió la cara en su madre. La joven, que ahora tiene 23 años, ni siquiera se atreve a salir al jardín trasero, que los padres han cubierto con un toldo.

El testimonio de ambas será clave para un juicio que los abogados no creen que pueda ser justo en Cleveland (Ohio), donde los vecinos están horrorizados. Por eso dan entrevistas a la televisión local, de cuya audiencia saldrán los miembros del jurado que algún día oirán la historia completa.