Tribuna

Laicismo en el Puerta del Mar

DIRECTOR DEL CENTRO DE ORIENTACIÓN FAMILIAR Actualizado: Guardar
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El pasado domingo, la dirección del Hospital Puerta del Mar ha impedido la presencia de la cruz del papa, junto con el icono de la Virgen, que presidirán las Jornadas Mundiales de la Juventud que se celebrarán este mes de agosto en Madrid. El programa consistía en visitar a los enfermos, para muchos de los cuales la cruz es signo de consuelo en sus aflicciones, y el acompañamiento de numerosas personas que iban personalmente a solidarizarse con los pacientes y sus familiares, además de valorar y reconocer la actividad del personal sanitario, como si ocurrió en el Hospital de San Rafael y en la Iglesia de San José, ésta en sustitución del acto previsto en el Puerta del Mar.

El hecho tiene su antecedente en la reducción del espacio dedicado a la capilla de ese centro hospitalario, con la excusa de necesitarlo para fines sanitarios, menospreciando así el valor terapéutico de la disposición psíquica y espiritual del enfermo.

La justificación parte de la premisa equivocada de que todo lo que es público no es de nadie (ministra dixit), cuando precisamente por ser público es de todos, realizado y sostenido con la contribución de todos, por lo tanto a disposición de cualquier persona y comunidad que haga un uso digno y ordenado de ello.

Se engloba este lamentable suceso en la corriente ideológica que trata de imponerse en estos momentos, consistente en confinar la actividad religiosa en las iglesias y estas sacarlas de los espacios públicos para convertir la Religión en un hecho exclusivamente personal. Los atentados a la capilla de la Universidad de la Complutense de Madrid, o de Universidades de Barcelona y Granada, así como otros actos de la misma naturaleza realizados recientemente en nuestra geografía, es una muestra de actitudes fascistas que tratan de imponer por la fuerza y la provocación, ideologías totalitarias donde no cabe más que lo que esas minorías violentas impongan.

El concepto aconfesional que rige nuestra Constitución es automáticamente interpretado como laicista y por tanto enemigo de la religión (en este caso la mayoritaria) tergiversando el espíritu y la letra en este caso, como en otros, de la norma suprema que nos hemos dado los españoles para nuestra pacífica convivencia, que en su Art. 16.1 quiere explícitamente garantizar '. la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades.'.

Es verdad que frente a unas decenas de jóvenes que acudieron a profanar la capilla de Somosaguas, acudieron inmediatamente mil personas en un acto de desagravio; pero aunque la democracia se rige por la regla de las mayorías, no se trata fundamentalmente de un tema cuantitativo, es más importante para la convivencia saber que mientras en un caso se persigue la destrucción de los que no piensan como ellos, en el otro se solicita el perdón y hasta el amor para los agresores.

Se incluye en este contexto el tema del mantenimiento de los crucifijos y símbolos religiosos en los colegios públicos, tema muy debatido con anterioridad, pero que algunos hechos recientes hacen conveniente recordar. El primero es el respaldo que Alto Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, con competencia en toda Europa, ha dado a la permanencia de los crucifijos en las escuelas públicas, hecho al que se ha dado mínima publicidad.

El segundo, es el haberse publicado que en el curso 2010-11, la enseñanza religiosa y moral católica es la opción que mayoritariamente han elegido voluntariamente para sus hijos las familias españolas. Tres de cada cuatro han seguido esta opción, dato especialmente significativo si se tiene en cuenta las dificultades a las que tiene que enfrentarse en su entorno la enseñanza de esta asignatura. Y es que en España, como en la mayoría de los países occidentales, las familias consideran que la educación religiosa favorece la formación integral y contribuye a la construcción de buenos ciudadanos.

Unido a todo lo anterior, no deja de ser sorprendente, por su procedencia, el resultado de dos encuestas que vía internet, está realizando el diario 'El País'. En una de ellas, a la pregunta: '¿Estás de acuerdo con la utilización de símbolos religiosos en las escuelas?'. El resultado ha sido afirmativo en un 91% de las respuestas. En la segunda encuesta a la pregunta: '¿Estás a favor de que haya capillas en las universidades públicas?', el resultado ha sido sí en un 82%.

No nos podemos engañar por actos aislados aunque cada vez sean más frecuentes y bien coordinados. No se trata de religión sí o religión no. Hay algo más importante que subyace a todo esto, que afecta a nuestra futura convivencia, consistente en la imposición por la violencia, por el momento incruenta, de unas ideologías totalitarias en las que no cabe más que aquello que se dicta por unos pocos que adoctrinan a los jóvenes en el exterminio del adversario. Los que deseamos una feliz convivencia y educamos a los jóvenes para una tolerancia y respeto a todas las ideas personales, debemos estar atentos a las sucesivas acciones que se seguirán produciendo por los que se cubren con la piel de cordero de la democracia.

Nada nuevo.