Vestida siempre de negro, Elena Roger se mimetiza magistralmente con Piaf. :: FERNANDO CARRERA
Sociedad

La irresistible voz del pecado

La legendaria cantante francesa de 'La Vie en Rose' y su miserable vida se reencarnan en Elena Roger, fenómeno vocal del año El musical 'Piaf' llega a España tras arrasar, y provocar, en Londres y Buenos Aires

BUENOS AIRES. Actualizado: Guardar
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Es muy probable que 'La Vie en Rose' sea la canción preferida de Zapatero. Pero seguro que también Rajoy, fan confeso de Los Brincos y Los Beatles, encuentra consuelo en esta optimista cantinela frente al negro panorama económico de España y el, en su opinión, gris gobierno del PSOE. Además del mejor champán, el Tour y la Torre Eiffel, la patria de Sarkozy ha regalado al mundo apasionadas melodías que vapulean el estado de ánimo a capricho y, vestidas con sugerente acento francés, provocan una descarga de emociones perversas, sensuales, románticas, arrolladoras... 'Mon légionnaire', 'L'Accordéoniste', 'Hymne à l'amour', 'Non, je ne regrette rien', 'Milord'. El repertorio es largo y sonado, pero lo acompaña irremediablemente un nombre propio de mujer: Édith Piaf.

El público español tendrá el gusto, el lascivo placer, de conocerla personalmente el mes que viene. La parisina de peor reputación y la de mejor currículum, la más brillante en los fondos más opacos, la 'femme fatale' en estado impuro se reencarnará a partir del 27 de abril en el Nuevo Teatro Alcalá de Madrid. Medio siglo después de llorar su pérdida,la cantante más popular de la Francia del siglo XX vuelve con sus inolvidables melodías, el relato trágico de una vida mortal por necesidad y la sublime interpretación de Elena Roger.

Un relato biográfico que supera a la ficción, un retrato sonrojante y aleccionador de la mezquindad del instinto humano, una puesta en escena sobria pero calculada, diálogos socarrones, sexo explícito... la versión de 'Piaf' según Pam Gems tiene todos los ingredientes para reivindicarse como el musical de la temporada en España. Pero puede convertirse también en la obra de teatro del año. Y en el escándalo de siglo. De hecho, es casi un sacrilegio: la diosa del pecado se reencarna en la voz todopoderosa y sobrenatural de quien en 2008 fue distinguida en Londres, el Broadway europeo, con el Premio Laurence Olivier a la mejor actriz de musical.

Por más exploraciones petrolíferas que lleven a cabo en las Malvinas, los ingleses no encontrarán mejor filón en tierras argentinas que el que hallaron hace cuatro años: una joven de apenas treinta años a la que, después de escucharla cantar y verla interpretar, sólo cabe admirar y aplaudir a rabiar. La descubrió Andrew Lloyd Webber, genial compositor teatral británico, cuando viajó a Buenos Aires en busca de protagonista para el musical 'Evita'. Entre todas las candidatas, se fijó en una que no sabía inglés, pero a la que le sobraba voz para hacerse entender: era Elena Roger.

Primera dama argentina

De actriz de teatro y televisión en la tierra del tango, pasó a debutar en la capital europea del espectáculo. Se convirtió en la primera dama argentina: en el exitoso alter ego de la esposa del presidente Duarte y en el fenómeno artístico de la temporada. Sin castings,en 2008 fue elegida para convertirse en otra mujer de y para la Historia: Édith Piaf. Tampoco sabía francés, pero nadie mejor que aquella bonaerense de marcado acento porteño y enemiga del glamour para encarnar a la más popular de las intérpretes parisinas, la única con más burbujas que la viuda de Clicquot y casi más hombres en su vida que los 100.000 hijos de San Luis.

Nacida «en las oscuras alcantarillas» de la ciudad de la luz, Édith Giovanna Gassion no pudo llegar más alto desde más abajo: heredó prematuramente de sus padres los vicios, el libertinaje, la suciedad y la desvergüenza. Su desdichada vida, sin embargo, se convirtió en el mejor trampolín hacia la gloria: su magistral manejo de la vulgaridad y su descarado chorro de voz despertaron el interés del gerente de un cabaret que le brindó la oportunidad de sacar rédito a su perdición, a la vez que le daba impulso en su irreversible camino hacia los infiernos.

Transcurridos dos siglos de la Revolución Francesa, en plenas guerras mundiales, 'el gorrión de París' protagonizó una nueva cruzada contra las categorías sociales. Siguió siendo el icono de la clase obrera, a la vez que cautivaba a esas almas pudientes reprimidas en un falso puritanismo que, viéndola actuar, gozaban de la misma obscenidad que censuraban en ella. Llenó los más grandes teatros, la aplaudieron veinte minutos en el Carnegie Hall de Nueva York... hitos que, medio siglo después de que una cirrosis venciera a la diva, sólo vuelve a lograr la versión musical de su vida y su desdicha.

Un problema en el pito

«Tenéis un problema en el pito», «Me toqueteo pensando en vos», «Necesito un hombre cada noche»... la nueva Édith Piaf tampoco se corta hablando. Pero enmudece a quien la escucha. Elena Roger no interpreta a su personaje. Lo trasciende. Logra que el pequeño gorrión sobrevuele cada noche el escenario, pero a la vez se revela ella misma con absoluta nitidez: acaso sea la reencarnación real de quien cantaba 'La Vie en Rose' como si fuera siempre la última vez, con la pasión desatada de una nostalgia anticipada.

Enorme actriz de imponentes cualidades vocales, la protagonista del musical logra mostrar con sobrecogedor dramatismo la perdición de una estrella eclipsada por ella misma. Desnuda la perversa inteligencia de Piaf, su cinismo autodestructivo. Consigue que el espectador la acompañe en su carrera hacia la ruina moral y personal a través de la progresiva degeneación de sus gestos, la descomposición de su rostro y su contundente entonación.

Los 47 años de una miserable vida ahogada en el alcohol se resumen en cien minutos de tensión sostenida, de equilibrado dinamismo en los que no resta espacio ni siquiera para el aplauso. Las canciones, convertidas en himnos que ponen celosa hasta a La Marsellesa, se intercalan con ágiles diálogos, sin permitir que el espectador escape un segundo de la obra. Las emociones acumuladas y contenidas del público estallan al final en un prolongado e intenso aplauso, acaso reviviendo ese orgasmo que Édith Piaf confesaba experiementar en cada actuación.

Ahora le toca gozarlo a España. Los Príncipes de Asturias ya lo hicieron en Londres y quisieron felicitar personalmente a Elena por su papel. Tras un centenar de funciones en el Donmar Warehouse británico y siete meses con el cartel de no hay boletos en el Liceo de Buenos Aires, «con ustedes, la única: Piaf».