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José Miguel Insulza, un líder de claroscuros

Quienes le conocen le califican como controlador, ambicioso, enérgico y temperamental pero, sobre todo, hábil

WASHINGTON Actualizado: Guardar
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El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), el chileno José Miguel Insulza, un hombre de contrastes que tiene detractores y adeptos por igual, es ante todo un líder pragmático y un negociador incansable en busca del consenso. El diplomático a punto de cumplir 67 años, abogado de profesión y político de corazón, ha sido reelegido para otro período de cinco años al frente de la OEA.

Quienes le conocen bien, aseguran que es amable, divertido y hasta entrañable; que se preocupa por los demás y disfruta conversando y contando chistes, aunque afirman que, sobre todo, es una "máquina" que trabaja sin descanso en favor del consenso. Insulza, un convencido demócrata, está en constante ebullición. Controlador, ambicioso, enérgico y temperamental pero, sobre todo, hábil.

Aún así, unos afirman que sirve al "imperio" (EEUU), otros le reprochan falta de mano dura contra gobiernos como el del venezolano Hugo Chávez. Pero él recibe estos comentarios con resignación salpicada de ironía, porque está acostumbrado a recibir críticas y a que en su mandato haya claroscuros.

Logros y asuntos pendientes

Entre sus logros, está la mediación en la crisis política de Nicaragua en 2005, la participación entre 2006 y 2009 en el proceso de cambio y transformación democrática en Bolivia y el apoyo al restablecimiento de la Corte Suprema de Justicia de Ecuador en 2005 y al proceso de reforma constitucional en 2007-2008. También se cuenta la crisis política en Guatemala de mayo de 2009, y la intervención y mediación en la crisis colombo-ecuatoriana en 2008, así como el levantamiento consensuado de la suspensión de Cuba en el organismo el año pasado.

En el otro lado, el golpe de Estado en Honduras el pasado 28 junio, que la OEA fue incapaz de resolver, y que quizá revivió en él angustias del pasado. Insulza vivió el golpe que llevó al poder al general chileno Augusto Pinochet en 1973, y esto marcó su vida política y personal. Fueron 15 años en el exilio, primero en Roma (1974-1980) y después en México (1981-1988).

Durante su exilio en Roma, siguió comprometido con la lucha por devolver la democracia a su país y también en México, donde fue investigador y profesor universitario. Insulza regresó a Chile a principios de 1988 y se integró en la Concertación de Partidos por la Democracia y en todas las elecciones democráticas celebradas en el país desde 1990 hasta enero de este año, cuando ganó la derecha de Sebastián Piñera. Durante este período, además de ocupar cargos relevantes en la Administración del presidente Patricio Alwyn (1990-1994), Insulza fue canciller del Gobierno del presidente Eduardo Frei a partir de 1994.

En 1999, fue ministro secretario general de la Presidencia y, un año después, se convirtió en ministro del Interior y vicepresidente con Ricardo Lagos. Siempre coqueteó con la Presidencia de su país. Pero en el 2005, decidió probar suerte en la arena internacional y consiguió, en una reñidísima votación, hacerse con la Secretaría General de la OEA, que disputó con el entonces canciller mexicano Luis Ernesto Derbez. La Presidencia chilena volvió a tentarle en el 2009. Pero al final se resistió a probar suerte y renunció a ser candidato, por lo que durante otros cinco años, Washington, sede de la Secretaría General, seguirá siendo "su casa".