Opinion

A dos días

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

A dos días del año 2010, ya estamos haciendo planes de buena voluntad para estrenar con buen pie el almanaque. Es un misterio este tic que nos impulsa, cada 1 de enero, sin falta, a plantearnos toda serie de cuestiones vitales con ánimo renovado y reformador. En lo tocante a la salud, vienen los propósitos de enmienda: dejaremos de fumar, nos pondremos a dieta, nos tomaremos en serio ir al gimnasio, reduciremos el consumo de alcohol y de café, nos cuidaremos la tensión, el colesterol, el azúcar. Y en lo tocante al perfeccionamiento moral, intentaremos ser más solidarios, más comprensivos, más benévolos, más afectuosos. Mejores personas, en definitiva. Creo que es buena señal que sigamos conservando un depósito de ilusión, o de fe, que nos haga plantearnos cambios positivos, aunque sólo sea cada primero de año. Los seres humanos necesitamos días señalados: es la nuestra una condición desmemoriada y nos viene bien que nos recuerden, con campanadas, con uvas, con fuegos de artificio o de cualquier otra forma más o menos peregrina y original, que algo viejo termina y algo nuevo comienza.

Les invito a que, aparte de la de los buenos propósitos, confeccionen una lista de deseos. Yo lo hago habitualmente. Para mí supone una forma de rezar, la única posible en ocasiones. Tomo papel y lápiz y, como cuando de niña redactaba la carta a los Reyes, nerviosa y expectante, escribo esa 'carta de año nuevo' con el anhelo de que sea cierto que algo se mueve ahí fuera, que me escuchará y asumirá mis sueños. Escribo palabras hermosas como Paz, Concordia, Justicia, Igualdad, esperando que el mero hecho de verbalizarlas sea un paso para lograrlas. No desespero de que en 2010, por fin, empiecen a cumplirse mis deseos.