Opinion

Arriesgó y perdió

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En Chiclana se ha permitido la construcción ilegal durante 30 años y nos han tirado la casa a nosotros». «En ningún momento quisimos especular, las casas las construimos para mis hijos». Con estos dos argumentos 'de peso' pretende defenderse públicamente el hombre que se ha construido diez chalés, diez, absolutamente fuera de la ley en Chiclana. Lo cual, por supuesto, él sabía de antemano y no le supuso ningún problema. De ahí la frase de «¿por qué a mí?». Diez chalés, diez, de los cuales cuatro tenía alquilados, y no precisamente a sus hijos, sino a otras tantas familias que han tenido que buscarse un nuevo techo de la noche a la mañana.

Ahora se ha puesto en huelga de hambre, después de encaramarse, cuchillo en mano, al tejado de una de las casas derruidas el día de autos.

Sinceramente no se entiende muy bien qué es lo que pretende. Quizá despertar la misericordia de la opinión pública, sin recaer en que la opinión pública vive en casas con papeles en regla, pagando sus impuestos religiosamente con mucho esfuerzo.

Realmente, el lamentable caso de los diez chalés de Majadillas escenifica a la perfección una realidad asombrosa. Y es que en la provincia de Cádiz hay miles de personas que viven en casas ilegales. Todos y cada uno de ellos saben desde un principio que la casa que se construyen no es legal, pero lo hacen porque se ahorran un dineral y porque 'todo el mundo lo hace'. Sin embargo, la ley ha de aplicarse con todo su rigor en este y en todos los casos, porque de lo contrario podríamos entrar -de hecho ya lo estamos- en una peligrosísima espiral.

En casos como estos no cabe la misericordia, quizá sí la búsqueda de soluciones para no crear un auténtico problema social debido a la magnitud que ha alcanzado el problema. Y para eso están los políticos. Pero la ley está para cumplirla. Y si este señor se considera una cabeza de turco, debe entender que ese riesgo existía desde el momento en que rompió el primer precinto que le advertía que ahí no se podía construir.