NADANDO CON CHOCOS

Invierno y sin anestesia

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Cádiz no tiene otoño porque no lo quisieron los dioses de las témporas o porque no tiene árboles, pero alguien le da al interruptor que pasa del verano al invierno de golpe. Al frío sin anestesia, y lo mismo ocurre con los titulares de España, capaz de lo mejor y lo peor.

Un día se descubre uno desolado ante el papel que retrata un país de chuflas. El mismo que terminó con la dictadura vive ahora la dictadura de partido. Que a un señor que se lleva lo más grande en cohechos no le dan un toque desde su dirección nacional hasta que no se mete con el jefe. Confiaban «plenamente» en el esposado, antes de que se saliese del tiesto de la disciplina de partido.

La disciplina se aplica sin disciplina, como en RTVE, que ficha para su dirección a un hombre en edad de dar caprichos a sus nietos y prejubila a decenas de profesionales en plena forma. Paradoja o sinvergonzonería. Tristeza en todo caso. Que no haya un tío válido de consenso en España menor de 81 dice poco de la juventud española. Ése es el invierno de España, un país en el que circulan 512.000 chavales que no tienen trabajo ni estudios, ni los buscan. Qué chirigota más triste.

En Canarias aún es verano. Pongan la calefacción y saquen el bikini, que la Selección Nacional estrena himno, y los chicos prometen goles si no van a la huelga por pagar algo más a Hacienda. Es como lo del Arrebato, pero en patrio. Lo firman José Manuel Soto y César Cadaval, que habla de corazones y de un país que hace no se qué, que venga, vamos p'alante, que somos los mejores. «Que sepa el mundo que España es así», dice el soniquete, sin saber que, de enterarse, muchos emigrarían a Soweto. Siempre nos quedará Italia...