¿Quién miente?

Leía este viernes las portadas de los cuatro periódicos deportivos con más tirada de España y observé con cierta incredulidad como la figura de Pellegrini, salvada por las cabeceras madridistas, era vilipendiada por las culés. Más concretamente, las de Madrid venían a decir que al técnico se le daba un voto de confianza y las de Barcelona, que había recibido un ultimátum. Esto es lo que hay. Llega a tal punto el deseo por desinformar con tal de agradar al forofo que religiosamente paga su euro que, dependiendo del lugar del Estado donde te levantes, así le va al entrenador del Real Madrid. Enésimo ejemplo del ambiente de zafiedad que se vive en la prensa deportiva española y es que, con tanta toalla, cubertería, dvd, polo y chandal que vender, la verdad se nos ha quedado por el camino. No hace falta ser muy listo para adivinar que Florentino le ha dado un tirón de orejas al chileno, pero... y la alegría que se lleva el blaugrana sabiendo que Pellegrini tiene sus horas contadas... y la tranquilidad con la que duerme el merengue soñando con que todavía hay tiempo para enmendar el rumbo de la nave blanca. Supongo que -aparte de los cientos de miles de tontos que dedican buena parte de su vida a todo lo que sea fútbol- todavía habrá quien coja un panfleto de éstos con la prudencia y desconfianza que puede sentirse de igual modo ante un mitin político. A fin de cuentas, tantas mentiras se escuchan en un pabellón abarrotado de boquiabiertos corderos como se leen en la barra de un bar a la hora del desayuno. El espectáculo está montado así desde la noche de los tiempos y así ha de continuar hasta que desaparezcan los quioscos de la faz de la tierra. Lugares estos a los que el personal acude para evadirse de la triste realidad que nos rodea y en los que el fútbol se sirve en dosis de papel escrito. Algo que nos convierte en frikis a los que rechazamos semejante decadencia.