LA POLE

Fuegos de artificio

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J Jenson Button llegaba anoche al 'Amber Lounge' de Mónaco, la fiesta donde el Príncipe Alberto y lo más granado de su corte despiden a la caravana de la Fórmula 1, en loor de multitudes como corresponde a quien galopa hacia el título sin siquiera echar la vista atrás. Y no resulta extraño que el bueno de Jenson ignore el pasado más reciente, pues hace tan sólo un año su presencia pasaba desapercibida en el mismo escenario mientras todo eran elogios hacia su paisano Lewis Hamilton.

Pero la F-1 hace justicia al de Brawn y le compensa por tantos sinsabores. Hace unos días, sentado ante el profundo azul del Mediterráneo y cuestionado en torno al convulso ambiente que vive el 'gran circo', Button reclamaba sensatez a quienes desprecian las fatales consecuencias que cualquier riesgo de cisma acarrearía para el porvenir de la categoría reina del automovilismo.

Sabido es que el próximo campeonato del mundo se disputará bajo severas limitaciones presupuestarias. Pero el otrora incondicional aliado de la FIA, la poderosa Scuderia Ferrari, ha dado un paso al frente tornándose en abanderado de aquellos constructores que, escarmentados tras afrontar dispendios como el desarrollo del Kers, se oponen frontalmente a la fiscalización de sus finanzas por parte de los muchachos de Mosley.

Los del 'cavallino' sellaron en 2005 un acuerdo con Ecclestone y la propia Federación internacional que equiparaba sus ingresos a la enorme influencia que mantienen en el 'paddock' a cambio de comprometer su presencia indefinida en la parrilla mientras se reservaban el derecho a vetar futuras modificaciones técnicas que no resultaran de su conveniencia. La intención de los chicos de la FIA de presionar a Ferrari filtrando este privilegio ha resultado fallida y, lejos de cuestionar las prebendas de los italianos, el resto de escuderías han cerrado filas entorno a los de Maranello, en gran medida porque quien más quien menos ya estaba al tanto del asunto.

Button atina cuando pide prudencia, porque ¿quién en su sano juicio imagina una Fórmula 1 sin Ferrari, sin McLaren, sin su cita anual con el Principado? En los albores de los ochenta, mientras escuderías y FIA se retaban a una escisión que jamás llegaría, Ferrari ya midió sus fuerzas ausentándose del Gran Premio de Sudáfrica en su única incomparecencia tras sesenta años de competición, provocando la paradójica pérdida de oficialidad de aquella carrera.

A la espera de que la tormenta amaine, cuesta creer que los aspirantes a las plazas ofertadas por la FIA para el próximo certamen alcancen a rivalizar con quienes, fortalecidos por la riqueza de su palmarés, no dudan en mirarles por encima del hombro. Y mientras aquellos serán previsibles aunque necesarios figurantes, estos son los protagonistas que mantienen al aficionado pendiente de la pequeña pantalla, principal sustento económico de la F-1, por cuya gestión se ha iniciado esta batalla disputada con balas de fogueo... no vayamos a hacernos daño.