EL AVATAR

Matrícula a cualquier precio

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Existen demasiados prejuicios, tantos, que más de uno hace lo imposible para que su hijo estudie en un colegio de los de bien, de esos que tienen muy buena fama y han acogido en sus aulas a algunos de los gaditanos más ilustres. Son los centros favoritos pese a que tantas veces se les tilde de elitistas y pijos o se nos llene la boca poniendo a caer de un burro a sus curas y monjas, que eso siempre está de moda. Obviando aquellas críticas, ahora más de uno se encuentra en la compleja tesitura de lograr que sus vástagos accedan a esos centros. Porque nadie quiere ser menos.

También hay progenitores nostálgicos, con una ilusión enorme porque sus hijos estudien donde ellos lo hicieron. Razonablemente se fían de la oferta que conocen pero descartan otras sin pensarlo, muchas veces, por los dichosos prejuicios. Si tantos problemas existen a la hora de matricular a un niño en un colegio es porque algo no funciona. Al margen de convencionalismos, las administraciones competentes están fallando al no disipar las dudas que provocan los centros públicos. No hay colegios perfectos. Seguro que tanto en unos como en otros hay alumnos conflictivos. Hay buenos y malos profesores en todos lados. Y muchas veces la solución a los problemas con la educación de los hijos está en casa y no en el aula. Pero se debería poder elegir. Tener una oferta amplia y contrastada para poder optar a lo que cada uno quiera. Si se promoviera mejor la enseñanza pública no se produciría este desconcierto que mantiene en vilo a miles de madres y padres gaditanos ante una necesidad que ni mucho menos se puede satisfacer a la ligera.