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El Cádiz reacciona tarde y pierde ante el Granada en casa

Los clamorosos errores en defensa y la falta de puntería condenaron a los locales a la derrota

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Del vuelo del pájaro a una pájara de altos vuelos. De la seguridad a la desconfianza. De la tranquilidad al nerviosismo. En sólo seis días. En menos, en noventa minutos, el Granada devuelve al Cádiz a la realidad del fútbol. Una tarde ventosa puede derribar la más faraónica construcción cual castillo de naipes, aprovechar la mínima grieta para reducir a arcilla el fatigoso trabajo de toda una temporada.

Ese resquicio puede ser puntual, y por tanto solucionable, o perpetuo, y entonces irremediable. Los problemas de la estructura amarilla han sido solapados por la bonanza meteorológica (los vientos del grupo IV han resultado ser brisitas la mar de agradables) y su fortaleza en otros puntos. Pero ya han sido varios los enemigos que se han aprovechado de las mismas fisuras, las que propiciaron que el submarino amarillo, el Titanic de Segunda B, se resquebrajara ayer en una jornada inquietante.

Esos agujeros, los de siempre. Las lagunas en la concentración, la falta de continuidad, y como resultado, tremendos errores individuales y colectivos en defensa que dejan a la escuadra amarilla con 35 goles en contra (nueve le ha metido el Granada en tres encuentros). Una cifra altísima no sólo para un líder, sino para quien aspire a colarse entre los cuatro elegidos.

A ello se le unía una falta de puntería hasta ahora desconocida y posiblemente anecdótica. Todo lo que colaban los granadinos lo marraban los locales. Enrique se calzaba unas botas con el punto de mira desviado, Ormazábal y Caballero controlaban cuando tenían que chutar y viceversa, a Barreiro de poco le servía su 1,90 por su ineficacia en los cabezazos, y Félix Campos despejaba de forma poco ortodoxa pero efectiva los balones que rondaban su portería.

Gran comienzo

El inicio del choque no permitía intuir su transcurrir. De nuevo saltaba la apisonadora cadista arrinconando a su adversario, moviendo el cuero con rapidez y llegando con fuerza al área. Enrique malograba la primera ocasión, y Ormazábal se topaba por primera vez con Campos. Todo discurría según el guión previsto, pero Dani Fragoso, siempre protagonista positivo, pasaba de héroe a villano con un claro penalti por derribo a Israel. Ocaña sería profeta en la tierra que sólo le recuerda de chaval dándole patadas a un balón. El primer palo, esperable y superable. Los precedentes invitan al optimismo.

Ese primer tanto espoleaba a los de Gracia, volcados sobre el área granadina. Las bandas arañaban la resistencia albiceleste, con López y Enrique como grandes soluciones para superar la fuerte presión visitante en el centro del campo. Pero esas ansias ofensivas dejaban huecos en determinadas zonas, a la espalda de Fleurquin y Ormazábal, que aprovechaba Altuna para dar algún susto que otro a Casilla.

La falta de frutos iba mermando el entusiasmo amarillo, cada vez más ofuscado y engrandeciendo la figura granadina. La tregua del 45' venía bien para un Cádiz que bajaba el ritmo ante la falta de espacios. Toedtli y Caballero caían continuamente en la tela de araña hilada por Braojos y sus pupilos, y la asfixia llegaba hasta Javi Gracia, sancionado por el colegiado por sus protestas.

La ducha debería traer frescura, no sólo corporal sino también psicológica. En un comienzo calcado al de la primera mitad, Toedtli advertía con un lanzamiento de falta que lamía el travesaño. Y a continuación llegaba ese despiste imperdonable en futuras afrentas. Libre directo en la frontal del área, y los futbolistas se quedan mirando las musarañas mientras que Ocaña sirve rápido para que Lafuente remache a la red. Infantilada de un líder dormido, sin la suficiente tensión. Y tanto iba el cántaro a Lafuente, que cinco minutos después el mismo futbolista recogía un pésimo rechace de Casilla a la salida de un córner para elevar la sorpresa a categoría de escándalo.

Quedaba apelar a la épica y a esa tremenda pegada que surge en los momentos oportunos. Ayudaba la expulsión de Javi García por falta a Cristian. Sonar de cornetas. A la carga. La caballería cadista se reforzaba con Barreiro y Álvaro, y el goteo de ocasiones resultaba constante. Este orgullo amedrentaba a los granadinos, si bien no bajaba un poco el disparo de Enrique ni escoraba el cabezazo de Barreiro en el área pequeña. El espigado gallego acortaba distancias rematando con el hombro una nueva asistencia de Enrique, y forzaba un penalti que transformaba Toedtli con suspense final.

Pero ya era tarde. El reloj frenaba la reacción. La brazada final sólo servía para morir en la orilla. Pero era sólo un chapuzón, un paseo en esta larga odisea. El Jaén se acerca ahora a seis puntos pero en este océano de despropósitos todos saben que todavía está muy lejos. El peligro estará en el play off, donde una mala tarde es definitiva. Y estos errores ya no tendrán redención.