La actriz estaba casada en segundas nupcias con Liam Neeson./ Afp
PERFIL | Natasha Richardson

Estrella de una dinastía teatral británica

La actriz, esposa de Liam Neeson, ha fallecido dos días después de sufrir un grave accidente de esquí

NUEVA YORK Actualizado: Guardar
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Natasha Richardson, el penúltimo eslabón del clan Redgrave, desarrolló una carrera artística marcada por la profesionalidad, la elegancia y la discreción, valores que le pusieron a las órdenes de Paul Schrader o Volker Schlöndorff en cine y que le reportaron un Tony en teatro. Esta trayectoria se ha visto truncada por la caída que la actriz sufrió el lunes en las pistas de esquí de Mont-Tremblant, en Québec (Canada) y que, pese a su aparente levedad, le causó la muerte a los 45 años.

La actriz siempre arrastró el peso de ser hija de una de los miembros fundadores del free cinema inglés, Tony Richardson, y una gran dama de la escena y el cine británicos, Vanessa Redgrave, y con una carrera cinematográfica notable pero nunca brillante, fue en las tablas de Broadway donde vivió sus mayores éxitos. Allí consiguió la difícil tarea de reinventar el personaje de Sally Bowles, la protagonista de Cabaret de Bob Fosse, que, en las manos de Sam Mendes, le reportó el máximo galardón del mundo teatral en 1998 y la consagró como una actriz polifacética.

Apellidos de renombre

En su camino hacia la autonomía artística, además del peso de sus dos apellidos -con abuelos, padres, hermana y tíos cineastas-, se cruzó también el actor irlandés Liam Neeson, con el que formó una de las parejas menos problemáticas de Hollywood desde que coincidieron en el rodaje de Nell, vehículo a la mayor gloria de Jodie Foster.

Versión perfeccionada de la belleza intelectual de su madre, Natasha (Londres, 11 de mayo de 1963) desembocó en el cine desde niña con papeles infantiles en películas dirigidas por su padre e interpretadas por su madre, como La carga de la brigada ligera (1968) o protagonizadas por su padrastro, Franco Nero, La policía detiene, la ley juzga (1973). Sin embargo, sus primeros trabajos en el teatro inglés -en obras como La gaviota, de Chejov, o Hamlet, de Shakespeare- le consolidaron como la joven promesa que llamó la atención de los directores más prestigiosos de los años ochenta, iniciando una carrera que, en cambio, creó más expectativas que resultados.

Uno de sus primeros papeles relevantes fue en la película Gothic (1986), de Ken Russell, en la que interpretó a la escritora Mary Shelley, para después trabajar con Paul Schrader, que le dio el protagonismo absoluto de Patty Hearst (1988). Con esta película, que concursó en el Festival de Cine de Cannes, inició una relación profesional con Schrader, que volvería a contar con ella en El placer de los extraños (1990), basada en la novela de Ian McEwan y con guión de Harold Pinter y por la que fue reconocida como la mejor actriz británica por el Evening Standard.

Ese mismo año -en el que también estrenó Creadores de sombras junto a Paul Newman-, el alemán Volker Schlöndorff le dio un doble papel en El cuento de la doncella, arropada por Faye Dunaway y Aidan Queen, con la que compitió en el Festival de Berlín. Redondeó la temporada en diciembre, al contraer matrimonio con Robert Fox, productor de cine y perteneciente a otro clan cinematográfico -hermano de Edward y de James-, del que se divorció tres año después.

Broadway, su segunda casa

Ninguno de sus títulos cinematográficos había obtenido resultados sobresalientes, a pesar del prestigio de sus participantes, y Richardson realizó producciones con menos pretensiones, como El pico de las viudas (1994), por la que fue premiada en el Festival de Karlovy Vary, y Nell (1994). Con su co-protagonista, Liam Neeson, se casó el 3 de julio de 1994 y del enlace nacieron sus dos hijos: Michael Richard Antonio, que actualmente tiene trece años, y Daniel Jack, de doce.

Dado que en el cine sólo le ofrecían papeles como el de comparsa de Lindsay Lohan en Tú a Londres y yo a California (1998), Richardson recondujo su talento hacia Broadway, donde encarnó personajes legendarios como la mencionada Bowles o Blanche Du Bois de Un tranvía llamado deseo. Por volver a las pantallas rechazó interpretar a La señorita Julia, de Strindberg, junto a Philip Seymour Hoffman, para tomar las riendas de una producción que protagonizó y que, bajo el nombre de Obsesión (2005) se puede considerar su último logro en la gran pantalla.

La película, aunque dividió a la crítica en el Festival de Berlín de 2005, le volvió a reportar el premio Evening Standard a la mejor actriz británica. Sus títulos posteriores, en cambio, volvieron a pasar desapercibidos: La condesa rusa" fue más un encuentro familiar -con su tía Lynn y su amigo Ralph Fiennes- que un título destacable. Su última película fue un título que hace poca justicia a su carrera: la comedia al servicio de la sobrina de Julia Roberts, Emma Roberts, Megapetarda (2008).