CRÍTICA DE TV

Brujas

A David Janer, el protagonista de la exitosa serie de TVE-1 Águila roja, le ha dolido que se critique la mala ambientación histórica del producto: «La ambientación de la serie es una excusa estética», dice. Vale. Acepto pulpo como animal de compañía. Pero se reconocerá que, cuando uno hace una serie ambientada en un marco tan característico como el XVII español, es conveniente extremar las precauciones. Y si uno no sólo no cuida la ambientación, sino que además la distorsiona hasta la falsedad, entonces la crítica es inevitable. ¿Un ejemplo? El episodio programado esta semana, donde la Inquisición va a quemar a una de las protagonistas por bruja. Es un tópico muy extendido en la cultura popular: en España se quemaba a muchas brujas y lo hacía la Inquisición. Lo interesante es esto: el país de Occidente que menos brujas quemó fue, curiosamente, España. ¿Por qué? Precisamente porque lo prohibió la Inquisición.

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Lo mismo ocurrió en otros países donde la Inquisición actuaba, como Italia y Portugal. Y la cosa tiene fácil explicación: mientras que en Francia, Alemania, Luxemburgo (donde la caza de brujas fue brutal) o los Estados Unidos se perseguía a las brujas por la jurisdicción ordinaria a rastras de la ira popular, en España se sometió el asunto al Santo Oficio, que era un tribunal con procedimientos reglamentados. Estos tribunales examinaron los casos, los sometieron a juicio y llegaron a la conclusión de que prácticamente todas las denuncias eran una superchería de mentes ignorantes. En consecuencia, absolvieron a los reos. Hay un nombre importante en todo esto: el padre Alonso de Salazar, que pasó a la Historia como el abogado de las brujas. Para documentarse solo hace falta bucear someramente en Internet. Y bien, no es grave -podrá objetarse-; sólo es una serie de televisión. Y sí, en efecto, pero hoy, en España, la inmensa mayoría de la gente toma a la tele por fuente de la realidad. Y de esta manera tenemos que muchos espectadores, hoy mismo, estarán convencidos de que España era un país donde la Inquisición quemaba a las brujas en el siglo XVII, cuando la verdad es que España, en el siglo XVII, fue el primer país que suspendió las quemas de brujas precisamente por orden de la Inquisición. ¿Es eso una excusa estética?