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Contra el olvido

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l juicio iniciado en Phnom Penh contra el primero de los cinco dirigentes del Jemer Rojo procesados por crímenes contra la Humanidad ha devuelto a la actualidad la inimaginable crueldad de un régimen que acabó con la vida de 1.700.000 camboyanos entre 1975 y 1979. La acusación que pesa sobre Kaing Guek Eav, 'Duch', se refiere nada menos que a la tortura y exterminio de 16.000 personas en la prisión que dirigía, de la que salieron vivas solo seis. El espeluznante relato de aquella masacre sistematizada revela que un grupo humano sectarizado puede convertirse en verdugo de cientos de miles de sus congéneres para asegurar su poder. Tan estremecedora constatación explica la inclinación al olvido ante cada caso de genocidio o matanza en masa cometidos en un pasado todavía reciente. Una inclinación que los gobiernos democráticos y las instancias internacionales tienen el deber de atajar mediante el recuerdo y la Justicia. De entrada resulta demasiado elocuente que se haya tardado tanto para encausar únicamente a cinco de los responsables de tan incalificable régimen. Como resultan significativas las dudas que rodean al desarrollo tanto de este juicio, en el que el acusado reconoce su culpa, como del que espera a los otros cuatro jemeres rojos, que niegan haber cometido actos punibles. Es la consecuencia del silencio con el que muchos de los camboyanos que pudieron salir vivos de aquel período de extremo terror han tratado de pasar página, ocultando a veces su connivencia o su participación en tan execrables hechos. Pero es también fruto de la tibieza con la que la comunidad internacional ha afrontado el tránsito hacia la actual situación en la zona. Sólo un juicio esclarecedor podría atenuar los desastrosos efectos que comporta el olvido.