ANÁLISIS

Futuro problemático CARLOS MALAMUD INVESTIGADOR PRINCIPAL DEL INSTITUTO ELCANO

Bolivia ha aprobado su nueva Constitución. Según la mayoría de las estimaciones previas, el sí ha cosechado un éxito abrumador, de casi el 60%. Sin embargo, si se analizan detalladamente las cifras y su distribución regional, se observa que las cosas no son tan idílicas, lo que complica la gobernabilidad de un país ya atribulado. En condiciones normales, ganar un referéndum con tales apoyos constituye un óptimo resultado. Pero en un ambiente crispado y polarizado como el que existe en Bolivia, con dos bloques sólidos, que no homogéneos, será muy difícil imponer la hegemonía de una parte. En su lugar debería predominar el diálogo y el consenso, virtudes ausentes de la contienda política en los últimos años. Por eso será difícil avanzar en la coordinación de políticas que permitan concretar los objetivos constitucionales. Los sectores afines a Morales más radicales esperaban arrollar con un aval del 70%, imponiéndose en todos los departamentos. En cambio, hay un empate a cuatro y medio. Cuatro departamentos han respaldado al presidente, ya que el referéndum era una especie de plebiscito en torno a su figura. Los cuatro de la media luna próspera se opusieron. Finalmente en Chuquisaca se ha registrado un empate técnico que se romperá cuando se publique el escrutinio definitivo. La distribución geográfica del voto es el peor augurio de conflictos futuros, cuya entidad dependerá de la voluntad de diálogo del Gobierno Morales y de los opositores territoriales.

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Estos datos vaticinan problemas crecientes para la gobernabilidad. Sin embargo, aunque el sí hubiera arrasado, el porvenir institucional de Bolivia no sería sencillo. La nueva Constitución impone retos -la armonización de las lenguas indígenas, su inclusión en la vida oficial y la distribución de los bienes naturales- que el país no está en condiciones de asumir a corto plazo. Para colmo, serán necesarios cuantiosos recursos para impulsar la creación de las nuevas instituciones previstas, algo cada vez más difícil con la crisis. El desafío de Morales es ser el presidente de Bolivia y de los bolivianos, pero parece que sólo quiere serlo de los 36 pueblos indígenas, originarios y campesinos. La mejor manera de acabar todos en el barranco.