CHARLA. García Calvo en el Instituto Drago. / VÍCTOR LÓPEZ
Cultura

Presente por venir

Agustín García Calvo debate con los alumnos del Instituto Drago de Cádiz sobre la irrealidad del futuro, impuesto por el régimen actual

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

«Vengo a hablar en contra de lo que os enseñan en todas partes: la fe y la atención al futuro». La voz profunda de un octogenario, pletórico de porvenir, irrumpe en el auditorio del Instituto Drago. Habla la experiencia frente a una masa de adolescentes que se prepara para afrontar el año «definitivo», la transición inventada hacia ese mañana predicado que nunca se alcanza. Lanzar mensajes antisistema a los jóvenes hambrientos de rebeldía no tiene mérito, conseguir que calen en sus cerebros es una virtud. Y filosofar un viernes a última hora, una odisea.

El discurso de Agustín García Calvo -filólogo, filósofo, poeta y dramaturgo-no es nuevo, pero consigue azuzar a las mentes de la concurrencia. A las de los «no estúpidos» -destaca-, a los disidentes e incrédulos, al que duda aunque sea con el miedo irracional de no saber dónde apoyarse. «Sabemos que estamos haciendo lo que nos dictan pero no tenemos alternativa. De una manera u otra siempre vas a estar dentro», lamenta una alumna. «Intentar matar la fe es difícil, pero a veces basta con quebrantarla un poco», espeta el improvisado profesor.

Contra el futuro

García Calvo llama a estas imposiciones del régimen actual, de aparente democracia, la «administración de muerte». El término se cuela por las rendijas de la cotidianidad de los muchachos de forma inmediata. «El instituto, los padres, los exámenes, los medios de comunicación, os van comiendo la posibilidad de curiosidad, de vivir, porque todo está con las miras puestas en aprobar, en tener un título universitario, conseguir un puesto de trabajo y traer hijos para la gloria», argumenta.

«¿Dice entonces que asumamos el carpe diem?», se cuestiona otra joven. Pero ese es para el filólogo otro error en el que suele tropezar la sociedad actual. «Nadie es dueño de pasárselo bien, ni siquiera de saber lo que va a pasar. Sólo somos dueños del no».

El debate «contra el futuro» empieza a animarse en el salón de actos del Instituto Drago. Se tratan temas como la esperanza, el recelo, la profilaxis, el poder establecido, el sentido de la existencia o el hastío. García Calvo se siente cómodo frente a un público virgen de esquemas, colmado de inquietudes. «Al luchar contra la fe estamos quitando estorbos para que las posibilidades sean infinitas e imprevistas», sentencia.

Con 82 años, el filósofo, al igual que cuando tenía 40, detesta el concepto de la espera. A los discentes, con 17, les aguarda un futuro «incompatible» con el vivir. «Es la mentira principal y el arma fundamental que el régimen emplea para someteros, para que no pase nada inconveniente», subraya el catedrático.

Pero se acerca el final y la última lección, suena como un bálsamo reparador: «El poder, para alegría nuestra, nunca lo consigue del todo. El proyecto mortífero no siempre fructifica. Hay voces que saben decir que no. La mayoría idiota no es todo. Ni son todos idiotas, ni todos los idiotas lo son siempre», sostiene García Calvo. Es viernes, dos de la tarde. Del curso decisivo. El presente está por venir.