VUELTA DE HOJA

Tres en uno

Siempre ha habido personas convencidas de que el matrimonio es una cruz tan pesada que hay que llevarla entre tres. Aún así, llega un momento en el que alguna de ellas siente celos y los cuernos se le hacen huéspedes. El posible pacto a tres bandas entre el presidente Zapatero con Montilla y Chaves ha provocado una moderada revuelta autonómica, pero los que se han indignado más han sido los restantes presidentes, que son muchos. Un problema semejante al que se debe de suscitar en los harenes, cuando inevitablemente hay favoritismos. Lo que quizá no sea justo es llamarle «secreta» a la reunión trilateral. Los secretos son entre uno. Para que sean entre tres hace falta que dos estén muertos.

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La clandestinidad exige soledad. Si le comunicamos nuestro secreto al mejor de nuestros amigos, cosa de por sí difícil esa de saber quién es el mejor, hay que pensar que el elegido puede tener a su vez a un amigo inmejorable. Voltaire, que no era tan volteriano como se viene diciendo, creía que divulgar el secreto de otro constituía una traición, pero hacer público el de uno es siempre una tontería. No es que no estemos habituados a que nuestros políticos cometan tonterías con admirable asiduidad, quizá para demostrarnos que no son inmortales y están hechos de carne (con ojos) y hueso. Pero ¿por qué indignarse tanto con ellos? Y, sobre todo, ¿por qué se indignan tanto entre ellos? Entre bomberos no hay que pisarse la manguera.

Los ciudadanos normales y corrientes estamos preocupados por nuestra propia financiación. Ha crecido la venta de cigarrillos por primera vez desde la ley antitabaco, lo que es prueba inequívoca de que somos más los que fumando esperamos a que se pase la crisis. Y los no fumadores, disfrazados de Papa Noel, se cuelgan de las ventanas. La duda, que no la verdad, puede salvarles.