HUIDA. Un grupo de desplazados pasa ante el cadáver de un soldado gubernamental. / REUTERS
REOS DE LA JUSTICIA

Señores en el banquillo La ONU urge el envío de una fuerza europea

La mayor tragedia desde 1945 apunta responsabilidades concretas. Se trata de los señores de la guerra, individuos que, respaldados por fantasmagóricas formaciones políticas y la fuerza real de sus milicias, han decidido sobre la vida y muerte de poblaciones. Entre sus crímenes contra la humanidad destacan la realización de masacres, la aplicación de la tortura o el reclutamiento forzoso de menores y la esclavización sexual. Hoy, algunos se sientan en el banquillo del Tribunal Internacional de La Haya o cumplen penas de cárcel. Aunque los rasgos afilados y crueles de Laurent Nkunda acaparan protagonismo, la lista de personajes ya demandados por la corte o sospechosos de haber perpetrado violaciones de derechos humanos a gran escala se encuentra muy nutrida.

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Ya se hallan en prisión Thomas Lubaga, un líder que recurrió a la leva de niños, y Jean Pierre Bemba, nada menos que el jefe de la oposición tras los primeros comicios democráticos. Este hombre de negocios, vinculado familiarmente al clan de Mobutu, exportó sus milicias al conflicto de la República Centroafricana, donde cometieron todo tipo de sevicias. En Europa han sido encausados los comandantes Mathieu Ngudjolo Chui y Germain Katanga, alías 'Simba'. A este último, entre otros actos de barbarie, se le achaca la muerte de 1.200 civiles en el ataque a un hospital de Nyakunde, una pequeña ciudad arrasada hace seis años y donde se mató puerta a puerta, con brutal ensañamiento. Este episodio tuvo lugar en el enfrentamiento entre las tribus lendu y hema en la provincia de Ituri, rica en oro y diamantes.

Contienda internacional

La internacionalización del conflicto congoleño se aprecia en la procedencia de algunos de sus protagonistas. El ugandés Joseph Kony, el mesiánico creador del Ejército de Resistencia del Señor, también se ha mudado a las feraces tierras congoleñas y el ruandés Bosco Ntaganda, alías Terminator, ha formado parte de numerosos grupos antes de unirse a las huestes de Nkunda y es reclamado por haber perpetrado matanzas y haber secuestrado niños. También se encuentra entre los fieles al líder rebelde banyamulenge Jules Mutebesi, sobre el que recae la acusación de haber cometido crímenes contra la humanidad.

El comandante Jerome Kakwavu representa al señor de la guerra que se beneficia del expolio minero, en su caso las explotaciones de oro en el noreste, y el comercio incontrolado a través de Uganda, mientras que Rafiki Saba Aimable es un raro caso de aplicación de la justicia en Congo. Proveniente también de Ituri, fue condenado a veinte años por un tribunal local que le acusó de practicar la tortura. Como ocurrió con Lugaba, Salumu Mulenda y Floribert Kisembo, otros peligrosos caudillos de la zona, el reo había sido promovido a general por compromisos entre el gobierno y las fuerzas locales, lo que dio lugar a protestas de la ONG Human Rights Watch. Los ministros de Exteriores de la UE estudiarán hoy la petición del secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, de enviar una fuerza europea a la República Democrática de Congo hasta la llegada de 3.000 cascos azules a la zona, posibilidad rechazada hasta el momento por la mayoría de los países miembros. El Consejo de Exteriores, reunido para preparar la posterior cumbre de jefes de Estado y de Gobierno, estudiará «con toda prudencia y respeto» la demanda formal para una «fuerza puente», recibida el pasado viernes por el responsable de la diplomacia europea, Javier Solana, según su portavoz, Cristina Gallach.

Pero hasta ahora sólo Francia y Bélgica se han mostrado a favor de enviar un refuerzo militar a la misión de Naciones Unidas (Monuc) para intentar frenar la crisis humanitaria en la antigua colonia belga. El pasado 10 de noviembre, varios países, entre ellos España -Bruselas cree que la posición de Madrid podría cambiar-, Alemania y Portugal, rechazaron de forma explícita lanzar una misión propia, aunque todos los ministros comunitarios condenaron «firmemente» violaciones «inaceptables» de los derechos humanos.