EL EMPATE. Rubiato celebra, dentro de la portería, el gol. / R. RÍOS
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Si los pies no van, va la cabeza

Dos testarazos de Enrique y el debutante Toedtli culminan una emocionante remontada en el Cuvillo El Portuense se queja amargamente del arbitraje sufrido y denuncia un penalti y dos expulsiones

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Mira que Alberto Ferri lo avisó el día previo al derbi . «Si el Cádiz viene con el smoking, palmará. Para ganar tendrá que ponerse el mono de trabajo», decía el entrenador portuense en forma de un consejo que ayer tardó en aceptarlo el Cádiz.

Serían las siete y tres de la tarde dentro del vestuario visitante del Cuvillo. Javi Gracia dejaba descansar a los suyos tras el inservible desgaste que hicieron durante el primer tiempo mientras meditaba la idea de renunciar a sus principios para sacar adelante un partido que se le había puesto cuesta arriba desde que Iturralde, en el 12', adelantara al Portuense al cabecear en el segundo palo una falta botada por Diego Ramírez. El técnico navarro tuvo que dejar pasar algunos minutos del segundo tiempo para darse cuenta de que el guión seguía el mismo recorrido. Entonces, decidió ejecutar la idea más práctica que tenía a su alcance. Y esa no era otra que Toedtli, un tanque que convertía el florete amarillo en un bombardero.

Hasta ese minuto, el 55', el Cádiz lo intentó por las buenas. Es decir, raseaba el balón, lo tocaba, lo pasaba, lo mimaba... y lo perdía. Era imposible. Unas veces, por las carencias técnicas de Fleurquin, y otras -la mayoría- por la dificultad de hacer rodar el balón en el césped sintético del Cuvillo. Parecía que el Cádiz, con su toque, le estaba haciendo todo el trabajo a un Portuense que se frotaba las manos al ver como el once amarillo seguía empeñando en jugar de cine en un campo donde no se reparten oscars.

Y claro. Gracia acabó viéndolo tras el descanso. El cambio de Bezares por Toedtli era algo así como decirle al Portuense que si querían guerra, la iban a tener. La tuvieron. Y la perdieron. A los diez minutos del segundo tiempo, el Cádiz se dejó de toque. O lo que es lo mismo, tiró la pajarita, se arremangó la camisa, apartó los cubiertos y sacó el machete. Toedtli y Rubiato clavaron sus tacos en la media luna portuense y se dedicaron a bajar los balones enviados desde su retaguardia.

Precisamente, el ex del Linares fue el primero en probar los reflejos de Manu Taranilla con un disparo lejano desde fuera del área. Más tarde volvería a intentarlo tras un preciso y precioso dribling a Sambruno al borde del área. Poquito a poco, el Cádiz fue me-tiendo miedo al Racing Portuense, que se iba viniendo abajo producto del cansancio. Y otra vez de las botas de Caballero nacía otra jugada de peligro. En esta ocasión, con final feliz tras cabecear Enrique en el segundo palo un saque de esquina botado por el madrileño.

El encuentro se volvió loco. Tan pronto era Taranilla quien le tocaba irse al suelo como era Casilla el encargado de detener las embestidas portuenses. En el Cádiz, once atacaban y once defendían. Así, se pudo ver a Toedtli sacar un balón bajo palos cuando ya Carrasco se disponía a empujarlo a puerta. Más tarde era Uvi quien volvía a calentar los guantes de Casilla. No había tiempo para tomar aire. El meta cadista era el primer atacante de su equipo y tras su parada veía la subida de Cristian para armar otra una contra que acabó con un disparo de Juanma repelido por Taranilla. Dentro del manicomio en el que se había convertido el Cuvillo y con un empate en el electrónico, Javi Gracia retomó la cordura. Echó una mirada a sus suplentes y llamó a Fran Cortés para apropiarse definitivamente del balón y, volver a darle sentido ante un rival que de león había pasado a minino en pocos minutos.

Toedtli, tras un extraordinario movimiento para desmarcarse de Merino, se elevaba con elegancia para conectar un cabezazo peinado al medido centro de Caballero. Gol en su debut y ante su nueva hinchada, que no dudó en saltar a sus pies para celebrarlo con su nueva estrella. Ayer era la confirmación cadista sobre el césped artifical del Cuvillo.