ANÁLISIS

Estaré vigilado

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a jornada de ayer, la segunda y última de descanso del Tour, no se pudo disfrutar mucho. Vamos que no estuvimos en la cama más tiempo de la cuenta. A las nueve ya estaba arriba y enseguida, tras un buen desayuno, me puse a darle otra vez a los pedales. Eso sí, relajado. Apenas estuvimos unos treinta kilómetros sobre la bicicleta. Lo primero que hicimos todos los componentes del equipo Caisse d'Epargne fue interesarnos por el estado de salud de nuestro compañero Óscar Pereiro. Eusebio Unzue nos dijo que dentro de la gravedad de la caída, el gallego estaba bien. Bastante magullado como se pueden imaginar y a la espera de que lo trasladen a España para ser intervenido quirúrgicamente. De cara a estas dos etapas, que son de las más duras este año, conozco todos sus puertos. Me encuentro bien y con buenas sensaciones. Así lo demostré el domingo recortando parte del tiempo que llevaba en la clasificación general. A la primera oportunidad que tenga intentaré estar lo más delante posible, pero seguro que no me van a dejar moverme para nada. Es lo mismo que esté a cuatro minutos del líder que a uno. Estaré vigilado desde el primer kilómetro. No me van a dejar respirar. Está previsto que nos caiga durante la carrera algún chaparrón, esperemos que no sea muy fuerte. En esta etapa tendremos otro gran desgaste de uerzas, pero habrá que reservar todas las que podamos para el día siguiente y el coloso Alpe D'Huez.