ESPAÑA

Rajoy afronta el congreso como ganador indiscutible de la crisis

Alfonso Guerra, que sabe mucho de las tripas de los partidos políticos, le envió un mensaje a Mariano Rajoy hace unos meses a través de un diputado 'popular'. «Dile que aguante quince días y habrá ganado», le aconsejó en el momento más duro de los conflictos internos del PP.

| Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El cuestionado líder de los 'populares', que sabe tanto o más que el veterano socialista, lo tenía claro. 'Resistir es vencer' ha sido siempre su divisa. «Yo he vivido de todo en este partido», repitió incansable en los tres meses de pasión que soportó. Al tiempo que sus adversarios le creían debilitado, él se afanaba en su estrategia a largo plazo y ponía, piedra a piedra, los cimientos de su triunfo en el XVI Congreso, al que ahora llega como ganador indiscutible, que no indiscutido.

En este trimestre soportó su calvario personal y político, con momentos de gran soledad y desprestigio, pero consiguió dar la vuelta a la situación a base de aguante y movimientos tan certeros que le permiten llegar a la cita con el camino despejado, sin enemigos en el horizonte y con un proceso bajo control. Los críticos fueron medidos y pesados, resultaron inconsistentes o con poco respaldo y, a estas alturas, nadie duda que no habrá candidatura alternativa a la oficial.

El debate ideológico de fondo está casi resuelto y queda a expensas de las últimas discusiones de Valencia, donde los derechos civiles cobrarán protagonismo en detrimento de las consideraciones políticas sobre los nacionalismos y las reformas constitucionales.

Antes del congreso ya ha demostrado que el giro al centro que quiere propiciar cuenta con el apoyo mayoritario de la organización. Los defensores de la línea más intransigente han perdido la batalla: el abandono de María San Gil dejó huérfanos a los suyos y Rajoy estuvo sagaz en la rápida proyección de Antonio Basagoiti como su sucesor al frente del PP vasco.

Esperanza Aguirre acude al cónclave desarmada. La presidenta de Madrid fue la primera en plantarle cara, pero el gallego resistió sus embates y, gracias al rechazo que la 'lideresa' despierta en el resto de 'barones' le ganó la partida sin disputarla.

Sólo cuando ella bajó la cabeza y los 'aguirristas' se rindieron y anunciaron que en el congreso le votarán, Rajoy anunció que su secretaria general será una antigua amiga de la 'lideresa'. Un suspiro de alivio recorrió el PP de Madrid, que se temía lo peor.

La sombra de Aznar ya no se proyecta sobre su antiguo delfín porque el actual presidente del PP ha demostrado que sus opiniones le influyen más bien poco.

El líder del PP tomó la decisión de afrontar solo y sin hipotecas este segundo mandato, hacerlo a su manera, con su gente y la estrategia política en la que se siente más cómodo: la de la moderación, el pacto y el camino hacia el centro. Por ahora no le ha sido fácil, pero sus amigos dan por hecho que lo conseguirá porque «es de combustión lenta, pero segura».

Rajoy fue designado por el dedo de José María Aznar casi por descarte de los otros delfines, Rodrigo Rato, Jaime Mayor y Javier Arenas. Las sucesivas derrotas electorales no le permitieron revalidar en las urnas su liderato y arrastró ese déficit durante toda la legislatura.

Estaba destinado a continuar la labor de su mentor y garantizar el éxito de su proyecto político en el Gobierno, pero la inesperada derrota electoral de 2004 cambió todos los planes. El líder vicario pagó los platos rotos y se quedó con el equipo legado por su predecesor en aras de la paz interna, al precio de derechizar el partido.

La noche del 9 de marzo se mostró abatido en el emblemático balcón de la sede de la calle Génova y en el abrazo a su desolada esposa, Elvira Fernández, los 'populares' interpretaron que decía adiós a la política. En ese instante, comenzó la operación de acoso y derribo.

Las 48 horas de silencio que guardó hasta anunciar su decisión de continuar al frente del partido resultaron decisivas. Comprobó dónde estaban sus amigos y dónde sus adversarios y diseñó un plan para salir con éxito del atolladero.

Ha logrado llegar vivo al congreso pero sólo las votaciones del sábado demostrarán si también sale reforzado. A partir de ese momento, tendrá que trabajar para cerrar heridas difíciles de curar. Y le tocará ganarse también el XVII Congreso, donde se jugará la candidatura a las elecciones de 2012.