Opinion

Prevención y precaución

La muerte de cuatro trabajadores en las obras del nuevo estadio del Valencia y la de otro más en una explotación minera en León evocaron ayer de la manera más dramática las graves consecuencias que puede comportar la siniestralidad laboral. El elevado coste en vidas humanas que se ha cobrado el accidente registrado en la capital valenciana lo convierte en uno de los más graves de los últimos meses, aunque el pasado viernes tres ciudadanos portugueses fallecieron en su camino de regreso a casa desde su empleo en Lugo y cada día se sigue perdiendo de media a tres trabajadores en el tajo. La convivencia cotidiana con un fenómeno que suma un millón de siniestros anuales con baja laboral y provoca una sangría de expectativas vitales y recursos económicos no puede llevar a la ciudadanía a anestesiarse ante una problemática cuya contención exige perfeccionar las medidas de prevención pero también el celo de asalariados y autónomos hacia su propia seguridad.

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La convicción de que el accidente de Valencia tuvo su origen en un desgraciado error en la ejecución de la maniobra para colocar un andamio no exime a la Inspección de Trabajo y a la empresa concernida de desarrollar una investigación a fondo a fin de determinar sin sombra de duda las causas del suceso y ponerles remedio si cabe hacerlo, al margen de las responsabilidades judiciales que pudieran derivarse del caso. Porque la fatalidad que parece rodear este caso no ha de llevar a concluir sin más que era inevitable, dado que la descripción de los hechos sugiere que se produjo un fallo que si finalmente partió de un eventual descuido, equivocación o negligencia quizá se habría impedido aplicando con mayor rigor los protocolos de protección. En este sentido, el hecho de que la operación que ayer tuvo un desenlace fatal se hubiera llevado a cabo con anterioridad cinco veces en la misma torre y 50 más en el conjunto de las obras podría apuntar a uno de los motivos que desencadena los accidentes, que no es otro que la confianza que genera en el trabajador la tarea repetida y que puede provocar un relajamiento inconsciente en las medidas de autoprotección. Pero esa salvaguarda ha de incardinarse en una aplicación rigurosa de la normativa vigente, lo que, entre otras iniciativas, requiere de un mayor compromiso en materia de seguridad e higiene en las pequeñas empresas y, singularmente, en las subcontratas, del amparo a los colectivos más vulnerables como los inmigrantes y de un refuerzo de los servicios de Inspección.