HOMENAJE. El lehendakari y la directora de Atención a las Víctimas de Terrorismo, junto a siete víctimas que recibieron un galardón en el acto. / JAVIER ETXEZARRETA. EFE
ESPAÑA

«Vivimos y morimos para que el hijo de Piñuel tenga un futuro en paz»

Un acto promovido por el Gobierno vasco reivindica por primera vez el papel de la Guardia Civil y de la Policía en la lucha contra la banda etarra Víctimas del terrorismo ensalzan la figura del agente asesinado

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Medio millar de víctimas de ETA reunidas ayer en San Sebastián, en un emotivo acto de homenaje promovido por el Gobierno vasco, exigieron a los partidos y sociedad vascos que planten cara sin ambigüedades al terrorismo y conviertan la lucha contra la banda en su prioridad.

El acto, del que se autoexcluyeron el PP y Covite, la asociación de víctimas mayoritaria en el País Vasco, se transformó en un grito a favor de la deslegitimación social de terrorismo y de quienes lo apoyan, la rehabilitación social de las víctimas y la unidad de acción política estable contra la organización criminal. La figura del guardia civil malagueño Juan Manuel Piñuel, asesinado el pasado miércoles en el atentado contra la casa cuartel alavés de Legutiano, fue ensalzada durante el homenaje.

El homenaje impulsado por el Ejecutivo de Vitoria, que reunió a los principales cargos institucionales y líderes políticos vascos, encabezados por el lehendakari, Juan José Ibarretxe, reivindicó por primera vez el papel y el sacrificio realizado por la Guardia Civil y la Policía Nacional en la lucha contra ETA. Las familias de cuatro policías y un guardia civil, junto a la viuda del ex concejal socialista Isaías Carrasco, recibieron de manos del lehendakari otras tantas placas conmemorativas en las que se leía: «Seremos seres enteros el día que podamos vernos en vuestras miradas».

El momento central del acto, el más emotivo, fue la intervención de Leoncio Sáinz, un guardia civil herido de gravedad en 1984, cuando ETA hizo estallar un coche bomba en el cuartel de Galdácano (Vizcaya).

Sáinz fue interrumpido por una gran ovación y puso en pie a todo el auditorio cuando, tras recordar a Juan Manuel Piñuel, y a todos los guardias y policías muertos, dijo emocionado: «estamos aquí dando lo mejor que tenemos, nuestra sangre y nuestras propias vidas, por España, el País Vasco y la libertad».

Sáinz recordó que los guardias civiles han sufrido «el desamparo en esta tierra durante mucho tiempo», pero miró al presente y añadió constructivo: «lo han hecho ustedes bien». Se refería al solemne acto institucional del Parlamento vasco en el que guardias y ertzainas, por primera vez, rindieron juntos homenaje a Piñuel, un miembro del instituto armado.

El guardia Civil Leoncio Sáinz se convirtió en el corazón del homenaje celebrado en San Sebastián y centró buena parte de sus palabras en los niños, símbolo de esperanza en un futuro mejor y encarnación, cuando son víctimas, de la extrema crueldad del terrorismo.

El veterano agente herido por ETA desnudó sus sentimientos y explicó que sólo hay una razón que explica el compromiso de la Guardia Civil y la Policía, el por qué siguen en el País Vasco y soportan «tanto dolor»: la defensa de la libertad y de los derechos de los ciudadanos. «Vivimos y morimos para que el hijo de Piñuel (el último guardia asesinado) pueda tener un futuro en paz y libertad», aseguró.

Sáinz confesó muy emocionado que estos días hay algo que no puede quitarse de la cabeza, «el sonido y la imagen del llanto de los niños del interior del cuartel de Legutiano» después de la explosión terrorista que mató a Piñuel, hirió a cuatro agentes y destruyó el edificio mientras dormían.

«Me pregunto -continuó- dónde está la humanidad de esta acción, dónde está la explicación. ¿Cómo un terrorista puede mirar a sus hijos feliz y contento después de haber hundido la vida de esos niños? ¿Cómo se puede vivir así el resto de la vida?»

Cambios

La misma reflexión, «algo ha cambiado» en el País Vasco, se oyó de forma repetida en boca de varios de los portavoces de víctimas, aunque también todos, como Santos Santamaría, padre de un mosso d'esquadra asesinado por ETA, añadieron: «todavía falta mucho por cambiar».

Iñaki García Arrizabalaga, hijo de un directivo de Telefónica asesinado en 1980, fue muy claro cuando concretó qué es lo que aún queda por mejorar. «La sociedad vasca debe a las víctimas del terrorismo, tras años de haberlas ignorado o marginado, cuando no estigmatizado, un compromiso prioritario y activo, liderado por sus representantes políticos, para deslegitimar socialmente al terrorismo», indicó.

La directora de Asistencia a las Víctimas del Gobierno vasco, Maixabel Lasa, viuda del ex gobernador civil socialista de Guipúzcoa asesinado por ETA, Juan María Jáuregui, ahondó en esta prioridad, no sin antes destacar el importante camino recorrido en sólo un lustro. «Este acto -el segundo promovido por las instituciones vascas- hace cinco años fue imposible, hace diez años hubiese sido la ocurrencia de un loco, y hace quince alguien lo habría calificado de provocación».

Críticas a Ibarretxe

Lasa, pese a su cargo, fue muy crítica con parte de la estrategia que sustenta la acción política del tripartito liderado por Ibarretxe, en especial con su 'hoja de ruta' soberanista. La viuda de Jáuregui advirtió, sin nombrar a nadie, de que «vincular la consecución de la paz a la conquista de un nuevo estatus político es pervertir las reglas del juego democrático». Y añadió: «la agenda política que hay que salvaguardar a toda costa es la agenda individual de todas las personas amenazadas, porque la prioridad política de una sociedad moralmente responsable es la recuperación de la libertad individual».

Pese a insistir en el avance de la deslegitimación social de ETA en el País Vasco, Lasa no escondió «el grave riesgo de que la resignación ante este paisaje de coacción, escoltas y falta de libertad nos convierta en un pueblo indolente», en una sociedad «habituada a convivir con el peligro y con el drama, cuando es ajeno y no nos toca de cerca».

El prestigioso científico Pedro Miguel Etxenike, que habló en representación de la sociedad vasca, dijo que es «prioritaria la deslegitimación social de ETA», a la que identificó como el mayor obstáculo para el desarrollo del País Vasco, y animó a todos a «alzar la voz allí donde el crimen sea justificado o enaltecido».

Los representantes de la mayor parte de las asociaciones de víctimas presentes en el acto transmitieron a Ibarretxe y al resto de partidos nacionalistas su «indignación» por la aprobación el viernes en el Parlamento vasco de una resolución que dice que las torturas a etarras son frecuentes y que acusa al Gobierno de encubrirlas. No entienden por qué se aprueba semejante texto, que no es cierto, unas horas después del asesinato de un guardia civil.