LA PARCELITA

decepcionante

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uando comenzaba la liga, allá a finales del verano, el cadismo estaba ilusionado con las expectativas creadas pero, al cabo de muy poco, todo fueron decepciones. Tras los primeros resultados negativos saltó la liebre, lo que parecía un proyecto sólido se derrumbó como un castillo de naipes y volvimos a la cruda realidad. En poco tiempo nos vimos ante el dilema de una posible vuelta al pozo de la Segunda B. Se arregló (o al menos parecía) el desbarajuste de la directiva, volvió Antonio Muñoz a dirigir la nave y confió en Antonio Calderón para dirigir el equipo. Después del triunfo contra el eterno rival volvieron a renacer las esperanzas, pero sólo fue un espejismo. A duras penas se fueron remontando puestos en la clasificación y parecía que la cosa mejoraba. Se anunciaron refuerzos para la campaña de invierno que desgraciadamente no llegaron pero, lo que es peor, en poco tiempo se han efectuado traspasos que han descompensado al equipo. La marcha de Lucas Lobos, sin duda en un magnífico estado de forma, y la de Pavoni, el único de la plantilla actual que si hubiera querido podría haberlo substituido, han dejado al equipo sin norte. Se enmascararon los resultados con victorias pírricas y afortunadas, pero cuando ha hecho falta orden se ha visto que el equipo no lo tiene y, con la marcha de Lobos, hemos perdido a ese jugador que con una genialidad podía resolver él solo un partido. Lo de este pasado domingo ante el Hércules ha sido un desastre, no se dio pie con bola y merecidísimamente perdimos los tres puntos. La afición está que trina y con razón. Se anuncian a bombo y platillo fichajes que no llegan. Van a matar la gallina de los huevos de oro, porque está muy bien decir que la propiedad del club es del consejo de administración, pero si la afición da la espalda el desastre será completo.