asesinato por encargo en el puerto

«Nunca podré olvidar esa mirada de asesino»

Una hermana de Bernardina Montoya, que ya identificó por fotografías y en una rueda de reconocimiento a Julio Balader, se reafirma en el juicio

silvia tubio
Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La prueba clave en el juicio por el asesinato de Bernardina Montoya, ocurrido en septiembre de 2011 en El Puerto, fue expuesta por fin, y tras varios contratiempos que habían retrasado ese momento, ante el jurado popular. Una de las hermanas de la fallecida decidía despojarse de su condición de testigo protegido y declaraba este miércoles por videoconferencia en la Audiencia Provincial.

Narcisa Montoya fue la persona que meses después del asesinato identificó por fotografías y después en una rueda de reconocimiento al acusado, Julio Balader, un viejo conocido que como viene informando este periódico desde que arrancó el juicio, ya fue procesado en dos ocasiones anteriores por la muerte de dos mafiosos. En ambos casos fue absuelto por la falta de pruebas.

«Nunca podré olvidar esa cara de asesino», decía este miércoles la testigo, quien en varias ocasiones fue llamada al orden para que no insultara al acusado ni se dirigiera a él en tono amenazante.

Esta mujer compartía residencia con la víctima y su familia después de haber escapado de Mérida. La tarde de los hechos se encontraba dentro de la casa y cuando oyó los disparos, salió al exterior. «Yo lo vi como se marchaba, se montaba en un coche blanco y huía».

La testigo se despojó de la protección de mantenerse en el anonimato

A preguntas de la fiscal afirmó que iba armado y que se trataba de la misma persona que había visto por la mañana recogiendo caracoles en las inmediaciones de la casa. «Qué bien se camufló y se metió en el papel, que hasta nos había dado pena porque estaba tirado en la calle».

Lo describió como una persona de entre 40 y 50 años, que tenía cicatrices en un antebrazo ( Balader tiene marcas de cortes que dice haberse hecho en la cárcel), que vestía con una gorra y que tenía la cara morena.

Ese dato sobre el color de la tez del hombre y por qué nunca le dijo a la Policía que podía identificar al asesino hasta que no fue detenido el presunto sicario, fueron las dos lagunas, exploradas una y otra vez por la defensa, sabedora que estaba ante la prueba esencial que puede llevar a la cárcel, a Balader. Sería a la tercera.

Con una relato interrumpido por los sollozos y los lamentos, la hermana de la víctima no supo aclarar bien por qué la Policía la había llamado meses después de lo ocurrido para que tratara de identificar al sospechoso por fotos y en una rueda de reconocimiento si no sabía que había visto al autor. «Yo ya había dicho desde el primer momento que había sido el hombre de los caracoles».

Eso sí, al igual que dijera el instructor del caso, no dudó en señalar a Balader tanto en fotos como en la rueda de reconocimiento aunque no sabía quién era el hombre al que estaba incriminando. Y cuando este miércoles lo vio a través de una pantalla volvió a hacerlo.

«Esa cara de asesino..nunca se olvida», repetía Narcisa. La defensa le preguntó de qué color tenía los ojos el acusado, y ella en cambio respondió que no se acordaba.

Sobre la tez morena (Julio Balader no la tiene), las acusaciones supieron aclarar ese punto a través de las preguntas. La testigo afirmó que lo había visto muy sucio y que podía estar moreno, no que fuera moreno.

La teoría del montaje

La defensa intenta demostrar que la resolución del caso fue una suerte de montaje de la Policía, interesada, según sus tesis, en responsabilizar a un viejo conocido. Si bien no ha podido probar esta teoría aún. Uno de los peritos que había solicitado, que trabaja en el Instituto Nacional de Toxicología, afirmó que era probable que los restos que había analizado la Policía en busca de ADN no hubieran tenido la suficiente carga genética para extraer un perfil. Así, quedaba descartado que los investigadores del Cuerpo Nacional no hubieran realizado un trabajo en profundidad.

Tampoco tuvo suerte con la declaración de un testigo que en su día afirmó que Julio Balader había estado el día de los hechos trabajando en su pizzería de Castelldefels. La fiscal recordó que dos días después de ese testimonio acudió al juzgado para rectificar y decir que no lo tenía claro.

Este miércoles tampoco pudo confirmar la nueva coartada de Julio, que ahora afirma haber estado con sus hijos, porque no se acordaba.

Para este jueves se espera que el jurado popular comience a deliberar y antes del fin de semana tengan ya un veredicto.

Ver los comentarios