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Francisco, de niño: «Si no me caso con vos, me hago cura»
Actualizado: 11:31

relevo en la santa sede

Francisco, de niño: «Si no me caso con vos, me hago cura»

Hombre de hábitos muy austeros, Jorge Bergoglio perdió un pulmón a los 21 años, pero también disfrutó de la juventud y descubrió el amor

02.05.13 - 11:31 -
Amalia, la novia infantil de Bergoglio./ Youtube

También los Papas tienen pasado fuera de la vida religiosa, aunque para descubrir ese pasado, en el caso de Jorge Bergoglio, haya que remontarse más de 55 años. A principios de los 60, en Buenos Aires, Bergoglio, nacido en 1936, era un joven como tantos otros, amante del fútbol y del baile y enamorado de una chica.

Así lo cuenta el nuevo Pontífice en el libro-entrevista ‘El jesuita’, una biografía escrita por Francesca Ambrogetti y Sergio Rubin y publicada en el 2010. En sus páginas relata Bergoglio: “Sí, yo tenía novia. Era del grupo de compañeros con los que íbamos a bailar. Pero después descubrí la vocación religiosa”. Esa fue la parte dulce de su juventud, la de un adolescente hijo de una pareja de emigrantes italianos que estudiaba Ingeniería Química y disfrutaba de sus amigos. La parte amarga la vivió con 21 años, cuando perdió la parte superior del pulmón derecho tras sufrir una pulmonía. Sin embargo, pese a este trance, los médicos del Vaticano aseguran que la salud de Bergoglio siempre ha sido robusta.

Una vez escuchada la llamada de Dios, en 1967, el nuevo Papa se pasó a las letras y se licenció en Filosofía y en Teología, completando su tesis doctoral en Alemania. En este momento fue cuando decidió unirse a la Compañía de Jesús. El 13 de diciembre de 1969 fue ordenado sacerdote y muy pronto, a los 37 años, era ya ‘provincial’ de los jesuitas en Argentina, el máximo cargo de la Compañía en el país.

Aquellos años, los de la dictadura militar, fueron los más difíciles para Francisco. Algunos acusan al ahora Papa de connivencia con los militares, y él mismo reconoce que se reunió una vez con el general Videla, aunque otros aseguran que se enfrentó a los militares y salvó a mucha gente, entre ellos a sacerdotes, de las torturas, y por eso, agregan, es una figura respetada por las Madres de la Plaza de Mayo. En 1992 fue nombrado obispo de Buenos Aires, y en 2001, Juan Pablo II lo nombró cardenal.

Fue entonces cuando un grupo de fieles de la catedral de Buenos Aires tuvo la idea de organizar una colecta para acompañarle en la ceremonia que se tenía que celebrar en Roma. Pero Bergoglio les pidió que se quedaran en Argentina y diesen ese dinero a los pobres, así que, cuenta la leyenda (o la realidad), el nuevo Papa estuvo prácticamente solo en la ceremonia en la que se convirtió en obispo.

Símbolo de austeridad

“¿Cómo se definiría?”, le preguntaron los periodistas Ambrogetti y Rubin. “Jorge Bergoglio, cura”. Sin más. Y precisamente así, como un cura, en lugar de cómo un cardenal, vestía habitualmente por Roma. Ayer por la noche, en el Balcón de la Basílica de San Pedro, portaba un humilde crucifijo que, contra la costumbre, no era de oro. En él se veía la figura del buen pastor que lleva en su espalda el cordero perdido de la manada. Otro símbolo de austeridad que no ha pasado desapercibido.

El Papa es autor de tres libros, ‘Meditaciones para religiosos’ (1982), ‘Reflexiones sobre la vida apostólica’ (1986) y ‘Reflexiones de la esperanza’ (1992). Sus escritores favoritos son Borges y Dostoievski, adora la poesía del poeta romántico alemán Friedich Hölderlin y la película que más le gusta es ‘El festín de Babette’ (la prensa italiana se pregunta si Francisco ha visto la incisiva película de Nanni Moretti ‘Habemus Papam’). Su pintura preferida es la Crucifixión blanca, de Chagall y, todo el mundo lo sabe, es un hincha tan fiel al San Lorenzo de Almagro que, asegura, no se ha perdido ni un partido de su equipo (se supone que los ha seguido por la radio, la televisión o los periódicos, no en directo) desde 1946.

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