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Fumata negra
Actualizado: 7:32

relevo en la santa sede

Fumata negra en la primera votación

27.03.13 - 07:32 -
Los 115 cardenales entrando a la Capilla Sixtina. / Foto y vídeo: Atlas

Entre las gotas de lluvia se ha visto el humo. Y el humo era negro. Eran las 19.42 horas, 42 minutos más tarde del horario previsto por el Vaticano. La primera votación para la elección del nuevo Papa ha concluido como se esperaba, con fumata negra. Ninguno de los cardenales ha logrado esta tarde los 77 apoyos (dos tercios de un total de 115) requeridos para convertirse en el Sumo Pontífico número 266 de la Historia.

No ha sido ninguna sorpresa que la primera jornada del cónclave termine sin que se conozca el nombre del nuevo obispo de Roma. Aunque el arzobispo de Milan, Angelo Sodano, partía como favorito en la mayoría de las quinielas, la posibilidad de que los americanos apoyaran en bloque a uno de los suyos, entre los que sobresale el brasileño Odilio Scherer, auguraba una elección suficientemente ajustada como para que, por lo menos, la identidad del nuevo Papa no se decidiera el primer día.

El cónclave ha comenzado a las 16.30 horas con una espectacular ceremonia que ha reunido todos los elementos propios de la Iglesia Católica: tradición, misterio y un escenario insuperable, la Capilla Sixtina. Tras almorzar en la residencia de Santa Marta, los 115 cardenales, acompañados por el prefecto de la Casa Pontificia y secretario personal de Benedicto XVI, Georg Gänswein, han iniciado una procesión que, entre letanías, les ha llevado desde la Capilla Paulina hasta la Capilla Sixtina, la obra maestra de Miguel Ángel.

Una vez en la Capilla Sixtina, el cardenal decano, Angelo Sodano, ha leído la fórmula de juramento y, a continuación, cada cardenal elector ha pronunciado su nombre y, poniendo la mano sobre los Evangelios, ha dicho: "Prometo, me obligo y juro".

Según la fórmula del juramento, recogida en la 'Universi Dominicis Gregis', los cardenales han prometido "observar con la máxima fidelidad" el secreto sobre todo lo relacionado con la elección del nuevo Papa, tanto durante como después de la elección; juran no favorecer ninguna interferencia, y cada uno se compromete, en caso de ser elegido, a desempeñar fielmente el 'munus Petrinum' de Pastor de la Iglesia Universal. A continuación, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, Guido Marini, ha pronunciado el 'Extra omnes!' (¡Todos fuera!) y los no electores han abandonado la Capilla Sixtina. Tras la meditación, el eclesiástico encargado de pronunciarla ha salido de la Capilla junto al Maestro de Celebraciones Litúrgicas. A partir de ese momento, los purpurados han quedado incomunicados.

Mientras tanto, miles de personas han aguardado en la plaza de San Pedro el resultado de la elección. La chimenea ha sido el objeto más observado por los turistas y feligreses, que poco a poco han ido ocupando los espacios. Cuatro pantallas gigantes emitían todos los detalles del cónclave. A las 17 horas, cuando la lluvia arreciaba sobre el Vaticano, el aspecto de la plaza era triste: había muy poca gente, sobre todo si se compara con la imagen que presentaba este mismo lugar en abril del 2005, coincidiendo con los actos del fallecimiento de Juan Pablo II y la elección de Benedicto XVI. La lluvia y la certeza de que el primer día no habría Papa, expresada por miembros de la Curia, ha llevado a muchos a aplazar su presencia en la plaza hasta mañana martes, cuando existen posibilidades reales de que se conozca el nombre del sucesor de Benedicto XVI.

Sin embargo, en un lento goteo, mucho más público, sobre todo romanos que tras salir de sus puestos de trabajo han decidido acudir a la plaza de San Pedro, se ha acercado hasta este punto neurálgico de la ciudad, lo que le ha conferido finalmente una apariencia mucho más acorde con la importancia histórica del acontecimiento.

¿Europeo o americano?

De acuerdo a los pronósticos de los vaticanistas, hasta un total de diez cardenales pueden aspirar a convertirse en el próximo Sumo Pontifice, aunque son dos los que encabezan todas las apuestas: el italiano Angelo Scola y el brasileño Odilo Scherer. La batalla, si se puede catalogar de esta manera a la lucha, a veces soterrada, por conseguir el poder vaticano, se centra así entre dos bloques, el europeo y el americano, que constituyen también dos maneras de entender la iglesia. Más conservadora, pero no exactamente en el sentido político, por parte de los europeos, y sobre todo de los italianos, y más transparente y abierta por parte de los americanos, que han cogido la bandera de la lucha contra la pederastia y el oscurantismo de un modo que les ha granjeado muchas simpatías y apoyos. En este sentido, cobra especial relevancia la campaña que, mientras les fue permitido, llevaron a cabo los cardenales de Estados Unidos, que participaron en encuentros con creyentes y con periodistas en los días previos al cónclave.

Entre los candidatos norteamericanos, dispuestos a aparecer como una tercera vía en caso de que la supuesta confrontación entre Scola y Scherer se prolongue, aparecen tres nombres, Dolan, O'Malley y el canadiense Oullet, aunque algunos consideran que este último se ha quemado demasiado en las vísperas de la cita vaticana. El austriaco Christoph Schönborn, el húngaro Peter Erdö o el filipino Luis Antonio Tagle también pueden convertirse en los tapados del cónclave. En cambio, ningún español se encuentra entre las quinielas para sustituir a Benedicto XVI.

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