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Cónclaves: enigmas y conspiraciones
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Cónclaves: enigmas y conspiraciones

El cardenal Siri rozó en cuatro ocasiones el papado y sus seguidores siempre han mantenido que en 1958 hubo pucherazo

02.05.13 - 11:38 -

Fabiano fue Papa entre 236 y 250. Su llegada a la Cátedra de San Pedro tuvo lugar en circunstancias extraordinarias, según recoge Juan María Laboa en su libro 'Historia de los Papas', recuperando la crónica de Eusebio de Cesárea, primer historiador de la Iglesia. "Hallándose todos los hermanos reunidos para elegir al que había de recibir en sucesión el episcopado, a nadie se le ocurrió en pensar en Fabiano, allí presente. Sin embargo, de pronto, según cuentan, una paloma de lo alto se posó sobre su cabeza, imitando manifiestamente el descendimiento del Espíritu Santo en figura de paloma sobre el Salvador. Ante este hecho, todo el pueblo, como movido por un único espíritu divino, se puso a gritar con todo entusiasmo y unánimemente que éste era digno, y sin más tardar lo tomaron y lo colocaron sobre el trono del Episcopado". En efecto, un hecho extraordinario. En la Capilla Sixtina, no hay palomas, y falta por ver si habrá unanimidad entre los 115 cardenales que deciden bajo el Juicio Final de Miguel Ángel.

Los cardenales tienen el monopolio de la elección del nuevo Papa, gracias a las bulas de Nicolás II (1059) y Alejandro III (1179), que decidieron acabar con las injerencias del poder laico. Recuerda Laboa que en 1216 los habitantes de Peruggia tomaron la iniciativa de encerrar bajo llave a los purpurados con el fin de acelerar la elección del sucesor de Inocencio III. Con más firmeza los habitantes de Viterbo (1271) encerraron a los cardenales y redujeron su alimento a pan y agua. Desde entonces han cambiado las modalidades, aunque no la decisión de encerrar a los cardenales. Tampoco han cambiado las tramas, las alianzas y las conspiraciones para elegir al Pontífice. Uno de los personajes más curiosos y más próximos en el tiempo es Giuseppe Siri, arzobispo de Génova, que participó en cuatro cónclaves y en todos ellos como papable. Y con algunos misterios.

Hijo de un estibador, parecía predestinado para manejar el timón de la Barca de Pedro. Pronto se especializó en Teología Dogmática y Teología Fundamental, lo que le convertiría en un fiel guardián de las esencias y haría de él un icono del conservadurismo religioso. También destacó a la hora de moverse en conciliábulos. En el contexto de la Segunda Guerra Mundial negoció en secreto con los militares nazis un acuerdo de rendición lo que evitó que las tropas alemanas bombardearan Génova. Pío XII le hizo cardenal en 1953, siendo el miembro más joven del colegio cardenalicio. Voluntario en los comedores populares se le puso el apodo del 'cardenal minestrone' y la verdad es que se movía muy bien en todas las salsas. También urdiendo planes en la cocina. En 1957 visitó el País Vasco como legado papal en los actos del cuarto centenario de la muerte de San Ignacio de Loyola, en Azpeitia.

En el cónclave de 1958 Siri era el candidato del bloque conservador, frente a Montini, arzobispo de Milán. Pero el genovés solo tenía 52 años. Ante el bloqueo de las votaciones se buscó un tercer candidato, Angelo Giuseppe Roncalli, que se convertiría en Juan XIII. Dos días antes de la elección del 'Papa bueno', algunos sostienen que hubo unos minutos de humo blanco antes de que la fumata se convirtiera en negra. Los seguidores de la teoría de la conspiración mantienen que la persona que realmente fue elegida fue Siri, que habría dimitido por amenazas del Kremlin. La historia fue alimentada por el periodista Paul L. Williams, que dedicó un capítulo a la presunta trama en su libro 'The Vatican Exposed', en el que investigaba sobre las finanzas vaticanas. El escritor se basaba en supuestos informes desclasificados del FBI y de la CIA, de los que nunca se han sabido nada. La corriente religiosa integrista conocida como 'sedevacantista' siempre ha negado legitimidad a los últimos Papas.

Después, Siri siguió teniendo mala suerte, aunque su reputación como látigo del Concilio Vaticano II, junto a personajes como Marcel Lefebvre y Alfredo Ottaviani, también pesarían lo suyo. Tras la muerte de Juan XXIII, el cónclave de 1963, después de tres días de votaciones, escogió a Giovani Montini, que pasaría a llamarse Pablo VI. Según ha contado el vaticanista Marco Tosatti, el convento de los capuchinos de Frascati, fue escenario de una reunión secreta en la que participaron varios cardenales progresistas ­–Micara, Léger y König, entre otros- para decidir el candidato en un cónclave con un Concilio abierto: apostaron por Montini, que también había estado presente en aquella reunión.

Tras el fallecimiento de Pablo VI, el cardenal Siri creyó que si, que esa vez era la buena. Y en el cónclave de agosto 1978 que elegiría, finalmente, a Albino Luciani, estuvo a punto de conseguirlo, según algunas fuentes, que aseguran que lideró el primer recuento. Pero fue Juan Pablo I quien resultó elegido. Todavía le llegó otra oportunidad tras la inesperada y repentina muerte del Papa. En octubre de ese mismo año se celebró el nuevo cónclave, y de nuevo Siri era el candidato del bloque conservador frente a Benelli, apuesta del sector más progresista. Vio la tiara más cerca que nunca, pero le tendieron una trampa. El 14 de octubre, pocas horas antes de que se iniciara el cónclave, la 'Gazzetta del Lunedi', séptimo cuadernillo del 'Corriere Mercantile de Génova', publicó una entrevista con el papable en el que atacaba la colegialidad episcopal. La entrevista estaba embargada para que se diera a conocer cuando los electores estuvieran, bajo llave, en la Capilla Sixtina. Ganó Karol Wojtyla. A Siri se la jugaron. Fue el final de su carrera.

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Giuseppe Siri, a la izquierda, en primera fila junto a Mario Luigi Ciappi y Antonio Samore. / E.C.
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