Muchos consideran que Dios actúa a través de los cardenales para elegir a un Papa. Un acto divino que tiene como contrapunto algo tan terrenal, y nada edificante, como son las apuestas. De hecho, con el comienzo del cónclave, casas de apuestas como la británica William Hill o la irlandesa Paddy Power están haciendo su particular agosto en pleno mes de marzo. Y todo con el materialista objetivo de adivinar la identidad del próximo Papa tras el sonado abandono de Benedicto XVI de su cargo. Una porra de gigantescas dimensiones que mueve millones de euros y con la que los pitonisos más avezados pueden ganar mucho dinerito. ¿Y qué papable está en el primer puesto de todas las opciones posibles para decidir el destino de la Iglesia durante los próximos años? Parece que los corredores son bastante conservadores y fían gran parte de su presupuesto a juegos de azar a un italiano. En concreto, al cardenal Angelo Scola. El favorito para calzarse las sandalias del pescador, según estos pecadores veniales.
El resto de candidatos se sitúan en un segundo plano. Destacan, según William Hill, el ghanés Peter Turkson, que ocupa la segunda posición, mientras que el brasileño Odilo Scherer es la tercera opción para los corredores de apuestas. Para Paddy Power, Scherer es segundo y el ghanés Peter Turkson tercero. Los mismos nombres pero en distintas posiciones. Parece que estos apostantes cuentan con información privilegiada. Como si fueran expertos vaticanistas de los tantos que aparecen estos días en los medios de comunicación. En unos días, se sabrá si han acertado o han perdido el dinero de sus apuestas.
Apuestas por el nombre
Por si fuera poco, también hay apuestas en relación al nombre que adoptará el próximo Papa una vez que sea elegido en el cargo. Esto ya es vicio. Al parecer, a los corredores de apuestas les gusta mucho León. Es el favorito por delante de Pedro y Gregorio, como otras opciones en lo que parecería una discusión de una pareja para elegir el nombre de un recién nacido. Como al futuro Papa le dé por ser original va a haber gente que va a perder mucho, pero que mucho dinero.
Sobre el hecho mismo de apostar, el artículo 2413 del catecismo establece que los juegos de azar "no son en sí mismos contrarios a la justicia" pero "resultan moralmente inaceptables cuando privan a la persona de lo que le es necesario para atender a sus necesidades". En todo caso, desconocemos si las apuestas sobre el sucesor de Benedicto XVI estarán mejor vistas para la Iglesia que las que tratan de acertar el resultado de un partido de fútbol. A lo mejor, incluso cuentan con una bula especial. Papal, eso, sí.
