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Emmanuel Macron deposita voto en la primera vuelta de las elecciones legislativas en Francia - Efe

Macron se impone con claridad en la primera vuelta en medio de una abstención histórica

La República en Marcha consigue una holgada victoria en las legislativas con un 32,32% de los votos. La abstención ha sido de récord con el 51,29%

Corresponsal en París Actualizado: Guardar
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Una abstención histórica del 51,29%, las primeras estimaciones oficiosas de todas las cadenas de radio y tv confirmaban el tsunami político de la primera vuelta de unas elecciones legislativas en Francia que van a cambiar profundamente el paisaje político nacional.

La República en Marcha (LREM), el partido reformista del presidente Emmanuel Macron, ha conseguido el 32,32% de los votos de la primera vuelta. Con ese resultado, en la primera vuelta, este domingo, día 11, LREM podría conseguir la mayoría absoluta en la segunda vuelta, el domingo que viene, día 18. Se trata de un vuelco político excepcional. LREM se fundó el mes de abril de 2016. Catorce meses más tarde se ha convertido en el primer partido de Francia, integrando a personalidades de centro, derecha, izquierda moderada.

Los Republicanos (LR, derecha tradicional, el partido de Nicolas Sarkozy) se confirma como primer partido de oposición, con el 21,56% de los votos de la primera vuelta. El partido conservador oscila entre la tentación de «colaborar» con Macron y la posibilidad de ejercer una «oposición responsable». Enterrados los líderes históricos de la derecha (Nicolas Sarkozy), el nuevo conservadurismo francés deberá buscar nuevos líderes. Ahora los republicanos se encuentran cogidos en una peligrosa «pinza»: los electores de centro derecha sienten la tentación de votar La República En Marcha (LREM, reformista), el partido de Emmanuel Macron, presidente; y los electores de derecha ultra nacionalista, sienten la tentación de votar al FN de la familia le Pen.

El Frente Nacional (FN, extrema derecha) consigue en la primera vuelta el el 13,20% de los votos nacionales. Un resultado importante, que permitirá al partido de Marine Le Pen tener un grupo pequeño pero significativo, y gritón, confirmando su implantación en el paisaje político nacional, así como consolidando sus posiciones y accediendo a nuevas formas de financiación. Pero no todo son celebraciones en casa de los Le Pen: víctima de su propio crecimiento, el FN oscila entre dos líneas políticas paralelas. Por un lado, la línea populista anti europea, anti euro (encarnada por Florian Philippot, el primer dirigente homosexual de la extrema derecha francesa); y la línea tradicional, populista más «centrada» en temas anti inmigrantes próximos a la xenofobia. Marine Le Pen articula la «cohabitación» entre esas dos líneas paralelas.

Francia Insumisa (FI, extrema izquierda), el partido de Jean-Luc Mélenchon, consigue su objetivo estratégico: con el 10,97% de los votos en la primera vuelta, puede convertirse en el primer partido de las izquierdas francesas, relegando al PS y el PCF el puesto humillante de fuerzas minoritarias, una «revolución» de imprevisible alcance. Aunque el FI solo puede aspirar a tener un grupo parlamentario minoritario, su objetivo es liderar la «oposición popular» y callejera contra las reformas anunciadas por el presidente Macron y hará las veces de «altavoz» de la «resistencia». Se trata de la previsible y gran batalla del próximo semestre, cuando comiencen a tomar las primeras reformas anunciadas, comenzando por la reforma del mercado del trabajo.

Con apenas un modesto 7,87% de los votos de la primera vuelta, el Partido Socialista (PS) sufre una derrota histórica, relegado a un más que humillante quinto puesto entre los partidos políticos nacionales. Los socialistas franceses son víctimas de la crisis más profunda de su historia, electoral, política, social, cultural, sin proyecto, sin programa conocido, divididos en un campo de ruinas y personalidades enfrentadas.

Con el 3/4% y el 3% el PCF y los ecologistas francesas se confirman como grupúsculos insignificantes, en la periferia gesticulante de un paisaje político nacional que ha sufrido un pacífico tsunami democrático.

La estrategia populista

Ni el FN ni FI tendrán una fuerza política parlamentaria significativa. Por el contrario, los populismos de extrema izquierda y extrema derecha se proponen liderar la oposición permanente y dar voz a todas las resistencias nacionales contra Europa, el euro y la mundialización.

Extrema derecha y extrema izquierda tienen varios objetivos comunes: denunciar la «tiranía financiera internacional», denunciar los «estragos de la mundialización capitalista», oponerse, siempre, a las políticas y tratados europeos de convergencia económica.

Marine Le Pen y Jean-Luc Mélenchon comparten otros objetivos políticos de fondo. Los populistas de extrema derecha y extrema izquierda estiman que LREM, el partido de Macron, LR, el partido de la derecha tradicional, y el PS, son «lo mismo», distintos rostros de la misma «derecha anti nacional, cosmopolita y pro europea».

El modelo electoral, mayoritario, a dos vueltas, ha impedido durante varias décadas que la extrema derecha tuviese una fuerza parlamentaria significativa. Ese modelo ha vuelto a recortar la fuerza parlamentaria de los populismos de izquierda y derecha. El hundimiento del PS y el PCF, abre una «vía real» a la extrema izquierda. La extrema derecha tendrá que volver a «recentrar» su línea para intentar crecer.

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