Miguel Ángel Araujo (derecha) conversa con Pablo Abejas (i), entonces presidente de la Comisión de Control de Caja Madrid, en 2011
Miguel Ángel Araujo (derecha) conversa con Pablo Abejas (i), entonces presidente de la Comisión de Control de Caja Madrid, en 2011 - EFE
Quo Vadis Hispania?

El directivo de Caja Madrid con tarjeta B que da lecciones sobre la «Estafa Nacional»

Miguel Ángel Araujo, antiguo miembro de la Comisión de Control, gastó 212.900 euros opacos. En un reciente ensayo responde a las preguntas ¿quién nos ha estafado? ¿dónde están los responsables?

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Miguel Ángel Araujo Serrano es el octavo nombre de la lista de directivos de Caja Madrid que más dinero gastaron con la tarjeta B, el mecanismo de la entidad que la Fiscalía investiga por una supuesta evasión de impuestos en un pago oculto por especie. Miembro de la Comisión de Control de la caja de ahorros desde mediados de los años noventa, Araujo dispuso de 212.900 euros entre 2003 y 2012, el periodo investigado en el informe de Bankia conocido la semana pasada.

¿Cómo hemos llegado a esta situación? ¿Quién nos ha estafado? ¿Dónde están los responsables? «Quo Vadis Hispania? Problemas de la España actual» (CSED, 2014) es un ensayo escrito por Araujo que pretende responder a los interrogantes de la «Estafa Nacional».

Toda una crítica a la burbuja inmobiliaria inflada por la entidades financieras, pero sin dejar constancia de su relación con el círculo vicioso. En ninguna página hace explícita su biografía: un político con asiento en Caja Madrid en los años de la burbuja. Caja Madrid, la principal caja de la posterior Bankia, el banco rescatado con 22.500 millones de euros de dinero público.

La estructura planteada en el ensayo es un peculiar «coloquio telepático» con un perro con conocimientos sobre economía. Su dueño, Juan, es el alter ego del autor: 30 años en política, 45 en la banca, pero ahora retirado. Una escena del ensayo es especialmente elocuente. Una cita de viejos amigos reúne al político-banquero protagonista con un constructor con contactos en el Ayuntamiento, un empresario cazador de subvenciones públicas, y un funcionario administrativo. La animada charla sobre sus años de oro ocurre ante la atenta mirada del perro telépata, siempre perspicaz: «Ellos se han aprovechado de las circunstancias, han gastado mucho dinero, pero parece que no son conscientes de que casi lo han robado».

Araujo reprende en su obra comportamientos censurables con ejemplos bajo pseudónimos: «Muchos gastos los pagaban desde su banco». «Están muy orgullosos con los sueldos, los presupuestos y las tarjetas para gastos que tienen». «Los sueldos, comisiones… son amortizadas por las propias cúpulas directivas, sin pagar por sus decisiones equivocadas o decisiones prevaricadoras». «Todo se ha basado en las concesiones, pero no en el control». Su martillo contra los evasores fiscales es constante, y clama contra el insuficiente control de Hacienda. Sin embargo, las tarjetas «negras» de Caja Madrid como la que él tenía son, según cree la Fiscalía, un mecanismo de evasión.

Gastos en B

En conversación telefónica con ABC, Araujo explica que todos sus gastos estaban ajustados a sus funciones: transporte, comida... Las invitaciones cargadas formaban parte de gastos de representación, según él, siempre relacionados con la Obra Social. Niega haber sacado dinero del cajero puesto que ni siquiera tenía el número PIN. Se disculpa con que era el sistema fijado por Caja Madrid, y que él pensaba que estaba contabilizado fiscalmente: «Nosotros no debíamos pasar gastos. Pasábamos la tarjeta». No considera que deba devolver nada, como sí han hecho algunos.

Miguel Ángel Araujo, de 64 años, con formación de técnico en Administración de Empresas, explica que es ahora un pensionista prejubilado. Fue concejal por el Partido Popular en el Ayuntamiento de Madrid entre 1991 y 2003. En 1996 consiguió su asiento en la Comisión de Control de Caja Madrid, y lo conservó en sucesivos repartos hasta la extinción de la entidad en 2011. Nunca llegó a formar parte de Bankia. Los 2.600 euros cargados a su tarjeta en 2012, justifica, son de la contabilidad del año anterior; él niega haberla usado una vez finalizada su relación con la caja. Sus años con mayor gasto coincidieron con los de la crisis: en 2009 marcó su récord con 29.100 euros; en 2011 llegó a 25.700 euros. Aparte, su sueldo era de cerca de 80.000 euros brutos anuales por una media tres reuniones a la semana.

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El ex miembro de la Comisión de Control critica con dureza en su ensayo las operaciones arriesgadas de las entidades para financiar proyectos por simple decisión política. Y carga contra las sociedades empresariales controladas por un grupo reducido sin tener en cuenta a los accionistas. «En el caso de bancos y cajas de ahorros, estas capacidades de toma de decisión son mucho más importantes. Muy pocos tienen capacidad de prestar dinero y cantidades que tal vez tengan muy poca capacidad de retorno».

Sin sensación de responsabilidad

Araujo se siente al margen de las críticas lanzadas por él en su ensayo porque la Comisión de Control, a la que él perteneció, no tenía funciones ejecutivas. Las decisiones dependían del Consejo de Administración. Él, junto con la otra decena de miembros de la comisión, simplemente debían comprobar si esas decisiones se ajustaban formalmente a la ley. No siente responsabilidad de los arriesgados créditos concedidos ni de la sobreexposición al ladrillo. Sin embargo, en otro punto de su ensayo recuerda que «los políticos deben ordenar y vigilar que las leyes se cumplan, si no, es posible que se caiga en corrupción, cohecho y prevaricación».

Otra de las críticas de Araujo en «Quo Vadis Hispania?» es la acumulación de cargos en empresas públicas. Él, de todas formas, compaginó su silla en Caja Madrid con un puesto de apoderado en Mercado Puerta de Toledo, controlada por una empresa pública de la Comunidad de Madrid, Imade (Instituto Madrileño de Desarrollo). Allí permaneció desde 2009 hasta que fue suprimida en 2011 por el Gobierno regional para recortar gasto. Matiza ahora que se refiere a una acumulación mayor de dos cargos.

Amiguismo

Araujo también censura en su obra las prácticas de concesiones de créditos por amiguismo. Sin embargo, a la Audiencia Nacional llegó el año pasado una denuncia contra él y otros miembros de la Comisión de Control de Caja Madrid sobre créditos autoconcedidos. Él reconoce un préstamo en 2010 de 60.000 euros a pagar en cinco años, pero afirma que se le concedió en las mismas condiciones que a cualquier cliente de la entidad.

El ensayo propone al lector un ejercicio final: mirarse en el espejo y reflexionar sobre si ha contribuido de alguna manera a la «Estafa Nacional». Y, en caso afirmativo, «jurar o prometer que no vamos a ser chorizos, ladrones, corruptos, estafadores ni aprovechados».

—Pregunta: ¿Qué ve cuando se mira al espejo?

—Miguel Ángel Araujo: Me miro al espejo y no veo nada malo.

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