CÁDIZ CF

Cádiz CF-Lorca (0-0): Revolución de terciopelo

El Cádiz genera y malogra una decena de ocasiones de gol y pena su desacierto con un calamitoso empate

José María Aguilera

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Inexplicable. Pasarán los segundos, los minutos y las horas, como si sonara una ranchera al fondo del bar, y en el Cádiz CF nadie entenderá cómo volaron los dos puntos ante el Lorca. La máxima aplastante, la superficial e instantánea, es que sin anotar un gol el mejor premio a obtener es un empate. Cervera agitaba el plantel y apostaba por nuevos soldados pero se le olvidó entregarle las armas.

Una revolución de terciopelo, sin sangre y sin éxito. Planteaba una batalla con reajustes en la retaguardia y le fallaba su primera fila, la de los figuras. Los atacantes amarillos generaban una decena de ocasiones claras de gol que iban malogrando una a una hasta la desesperación final. Aciertos del meta rival Dorronsoro, errores nefastos de Alvarito, Salvi, Jona y Romera, superados por la ansiedad.

La igualada confirma la dinámica descendente de una escuadra  que sigue perdiendo posiciones de la misma manera en que las ganó. Porque las rachas marcan una temporada eterna, y sólo hay que luchar para prolongar las buenas y segar pronto las negativas. La intención se mantiene y nadie puede hablar de dejadez como tampoco de mala suerte. Demasiado fácil para los extremos.

La revolución en el once inicial del Cádiz CF

0-0. Las gafas del 'gafa'. Cervera se quedaba helado en Los Pajaritos de Soria. Y el equipo se quedaba sin defensa . Literal. Revolución amarilla, o involución ¿quién sabe? El rostro del míster es el espejo de su alma, sus palabras denotan sinceridad y el paso a los hechos se confirmaba con la convocatoria y se ratificaba en la alineación, al saltar por los aires la última línea con la excepción de Kecojevic.

Servando, Carpio y Lucas cedían su puesto , a regañadientes, a Marcos Mauro, Correa y Villanueva como carrilero zurdo. Garrido aparecía como otro sacrificado en un once con un triángulo de calidad en la medular. Síntomas no de enfermedad, pero sí de que este Cádiz CF anda un tanto pachucho, alicaído, lo que se transmite claramente al verde de Carranza.

A los locales les costaba en exceso entrar en el choque. Sorprendido aún por tanto cambio y temblando las piernas porque el enfado del técnico resulta evidente. El desahuciado Lorca, a una distancia sideral de la salvación, se liberada de presiones y complejos y rondaba los dominios de Cifuentes con una facilidad pasmosa. El meta se mantiene como el más fiable del plantel, con intervenciones y actuaciones sobrias que otorgan tantos puntos como los goles de los delanteros. Así evitaba el susto y especialmente tener que remar a contracorriente.

El paso de los minutos comenzaba a desequilibrar la balanza merced a la calidad y el dominio de Álex y Perea. De su conexión saltaban los mejores chispazos. El pelirrojo anda entonado y se nota más cómodo retrasando su posición al pivote; el ex del Barça es quizás el jugador con más talento individual del plantel y está muy cerca de marcar las diferencias. Desde el origen del fútbol, la sala de máquinas, generaban el mejor juego apoyándose en los extremos para martillear la meta de Dorronsoro, siempre inspirado en Carranza.

Protagonista y héroe trasladando el papel antagónico a un Jona que interpreta perfectamente la orden de Cervera pero erraba de manera imperdonable en varias opciones de gol. Su ceguera en los metros finales impedía obtener mejor renta antes del descanso, inquebrantable la igualada.

Cádiz CF-Lorca FC, segunda parte

Con un disparo de Alvarito repelido con apuros se inauguraba el segundo asalto. Acoso absoluto . La necesidad se imponía y los amarillos cercaban a Dorronsoro, que con sus tentáculos y su presencia intimidaba a una vanguardia desacertada. Jona, Salvi y el utrerano desaprovechaban un rosario de ocasiones, y es que los nervios nublan el acierto.

La desesperación moraba en Carranza. El banquillo ofrecía como primera solución a Dani Romera por un Perea que baja enteros en cuanto mermaba su condición física. Y lo primero que hacía era fallar  ante el arquero. Desesperante. Gol, sólo hacía falta un gol, y no había manera. Mientras, el Lorca apenas asustaba a balón parado.

Cervera miraba a su lado y no apreciaba esa arma necesaria para asaltar definitivamente al adversario. Marcos Mauro se jugaba la expulsión con una entrada violenta como último hombre, justo antes de que el míster apostara por Garrido por las molestias de Álex.

El Cádiz CF reservaba un acoso abrumador para los instantes finales, agónico . Para negar insistentemente a aquellos que les puedan achacar falta de ganas o de intenciones a estos jugadores. Que 'malhablados' siempre habrá. Pero si uno acepta que esta plantilla ha vivido en los últimos meses por encima de sus posibilidades, ha de comprender que la flor puede marchitarse en cualquier momento.

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