CÁDIZ

DE ESTRELLAS Y ESTRELLADOS

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El fenómeno Susana Díaz es digno de estudio. Hasta hace bien poco, cuatro o cinco años a lo sumo, era conocida únicamente en su barrio y dentro del PSOE sevillano. Todo fue arrimar su hombro al de Griñán y empezar una meteórica carrera que le llevó a puestos de alta responsabilidad en la Junta. Y de ahí, a la presidencia. Y de ahí, a lideresa 'virtual' del partido a nivel nacional. Por aclamación popular. ¿Políticas concretas que hayan aportado algo al desarrollo de los andaluces? Aún no se le conocen. ¿Decisiones de calado que hayan mejorado nuestro día a día? Apenas tampoco. ¿Lucha contra la corrupción? De momento sólo de boquilla. Pero precisamente por eso tiene más mérito. Porque sin ni tan siquiera haber ganado una elecciones, goza ya de un gran reconocimiento y hasta sus adversarios admiran su habilidad.

Habilidad entendida desde un punto de vista meramente de estrategia política, aunque no de gestión. La presidenta de la Junta mide perfectamente sus apariciones públicas, sus declaraciones, lo que dice, cómo lo dice y dónde lo dice. Jamás da puntada sin hilo. Es capaz de fotografiarse con el presidente del Banco Santander o con el de Iberdrola sin que le chirríe ni a los suyos ni a sus contrincantes. Hasta ha sido capaz de colgarse una medalla con la abdicación del Rey. Es una estratega de primerísimo nivel. Ha manejado los tiempos en el tema de la sucesión de Rubalcaba con tal habilidad que se ha metido un poco más a su electorado en el bolsillo -«me lo pedían por la calle, Susana quédate»-. Y encima deja abiertas las puertas para cuando Madina o quien se imponga en el seno socialista se estrelle.

Sin embargo, con todo, lo mejor que tiene Susana Díaz es su rival. O la ausencia del mismo. ¿Dónde está Moreno Bonilla mientras ella se erige en salvadora de Andalucía y parte de España? Ni está ni se le espera. Es un caso muy parecido al de Cádiz capital. Teófila Martínez goza de una tremenda popularidad -en este caso, obviamente, sí sustentada por una larga trayectoria de gestión y de renovación de mayorías absolutas- y enfrente tiene a Fran González. Un perfil muy bajo que difícilmente le plantará cara electoralmente. Y menos con los graves problemas internos que tiene el PSOE municipal.

Personalidades arrolladoras en el mundo de la política hay muchas. Personas que son líderes por naturaleza y saben explotarlo. Pero sin duda, cuando enfrente tienen a un mindundi, a una persona sin carisma, su estrella brilla mucho más.