Sociedad

«Cañete se ha disculpado, pero no ha admitido el error»

Considera que el maltrato ha sido visto como algo normal porque el hombre lo empleaba para que su cónyuge fuera «buena madre y esposa» Miguel Lorente Médico forense

MADRID. Actualizado: Guardar
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Es verdad que cosas han cambiado, pero la figura de la muerte de la esposa por el marido -uxoricidio- se ha mantenido vigente en el ordenamiento jurídico español hasta 1963. Hasta 1989, la agresión sexual a una mujer no era considerada un ataque, sino un atentado contra el honor y las buenas costumbres. Con estos antecedentes, no es extraño que sigan enquistadas en la sociedad española ideas machistas. «La sociedad ha cambiado más en la forma que en el fondo, y no de manera espontánea, sino obligada por los movimientos sociales que han surgido en defensa de los derechos de las mujeres y de la igualdad», asegura Miguel Lorente, exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género y profesor de Medicina Legal de la Universidad de Granada.

Lorente acaba de publicar el libro 'Tú haz la comida, que yo cuelgo los cuadros' (Crítica), en el que alerta de las «trampas» que se tienden a la mujer para perpetuar las desigualdades. «Hoy la sociedad vive en un campo minado de trampas antipersona; si la mujer acepta un reparto tradicional de roles se encontrará con un futuro trucado. Colgar los cuadros se hace en tres días, pero hacer la comida es para toda la vida».

Lorente subraya que los valores dominantes tienden a tomar lo masculino por algo universal y perteneciente al orden natural de las cosas, lo cual sirve para mantener la desigualdad. «La biología ha sido su principal aliada al haber situado sobre ella la esencia de las funciones de hombres y mujeres». Por eso resurgen con nuevos bríos las teorías que propugnan la segregación sexual en la escuela, adornado todo ello con «argumentos científicos, como que el cerebro de la mujer es distinto que el del hombre».

Incluso Lawrence Summers, quien presidió la Universidad de Harvard y desempeñó el cargo de secretario del Tesoro estadounidense, sugirió en 2005 que la escasa presencia de las mujeres en la ciencia se debía a un déficit, a una «capacidad innata menor para las matemáticas». «Los hombres han fabricado una cultura androcéntrica en la que aquello que hacían ellos era lo importante, lo necesario y lo trascendente». Este prejuicio se extiende también al campo de la inteligencia y en él ha incurrido recientemente el exministro Arias Cañete para arrogarse una superioridad retórica frente a su rival Elena Valenciano. «Cañete se disculpó alegando que su comentario era desafortunado, pero ni él ni su entorno han admitido que fuera un error o impropio de un líder político».

Cuando se toma lo masculino como un referente central se justifica fácilmente el maltrato a la mujer. «Por eso la violencia ha formado parte de la normalidad, porque estaba considerada como un mecanismo corrector para que ellas fueran buenas esposas, madres y amas de casa».

Juzga «insuficientes» las políticas de igualdad llevadas a cabo por el PP. «Se mantiene lo básico, pero los recursos y el presupuesto han menguado mucho». Y la culpa no es solo de la crisis. Lorente culpa a los populares de mezclar con fines espurios la violencia de género con la doméstica. «Si se reconoce que existe la violencia de género se ha de admitir que está enraizada en la desigualdad, con todo lo que eso significa: discriminación, diferencias salariales, derecho al aborto...».