Sociedad

Siete de cada diez alérgicos cree que su vida social está condicionada

Dar un paseo o hacer deporte al aire libre se convierten en actividades imposibles para este colectivo

MADRID. Actualizado: Guardar
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Primavera. Calor. Las hojas comienzan a brotar en los árboles, las floreces a soltar polen y los alérgicos comienzan a hacer acopio de su particular arsenal para combatir a ese malestar general, moqueo y molestias constantes que le producen. Sobre todo este año, ya que está siendo la primavera más agresiva en materia de contaminantes y alérgenos desde 2007, según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). «Conocer los niveles de polen antes de salir de casa y evitar en lo posible la exposición al mismo es una de las primeras recomendaciones que hacemos los alergólogos», indicó el doctor Joan Bartra.

Unos inconvenientes que afectan más a la vida cotidiana que a la laboral. El 67% de los alérgicos entre los 18 y los 45 años destaca que los efectos de la alergia afectan a su vida cotidiana, una cifra que aumenta hasta más del 74% en embarazadas. Por otra parte, el 44,3% asegura que daña sobre todo a su vida laboral. Cuando se producen las mayores crisis alérgicas, habitualmente en primavera, las personas con esta patología ven cercenada su vida social de forma drástica, según recoge una encuesta realizada por Omega Pharma.

La primera actividad que los alérgicos desechan cuando se ven afectados por los efectos de esta hipersensibilidad -la rinitis, la conjuntivis o la urticaria- es salir dar a un paseo (casi seis de cada diez lo descartan), seguido de hacer deportes en el exterior (un 52,8% también la señalan como una imposibilidad), ir a parques o jardines, leer, o quedar con amigos para hacer actividades al aire libre.

Estos inconvenientes hacen que el 33,4% se sienta molesto; el 28,2%, agotado, el 20,4% está irritado y el 13,1% se siente resignado. En total, casi nueve de cada diez afirman verse afectados en su estado anímico. «A la incapacidad física que produce la alergia se suma el aspecto psicológico y la necesidad de tomar medicación que afecta a la calidad de vida de los pacientes en mayor medida si la rinitis va acompañada de conjuntivitis y asma», explica el doctor Antonio Luis Valero, del Servicio de Neuomología y Alergia respiratoria del Hospital Clinic de Barcelona.

Espacios cerrados

El informe señala además que el 72% de los alérgicos opta por tratamientos orales y el resto por espráis nasales; aunque ninguna de las dos opciones son del encanto de estas personas. Estos productos tienen muy poca virtudes. Un 45,6% asevera que los efectos adversos son la peor cualidad de los medicamentos contra la alergia, mientras que un 44,8% está molesto por tener que tomar un medicamento. Al 34,7% de los cuestionados, estos productos no les ofrecen ningún tipo de alivio efectivo; el 28,2% critica la lentitud en aliviar los síntomas y un 21% la poca duración de los efectos. Esta desafección provoca que casi la mitad de los afectados por estos síntomas aseguran que cuando están en medio de una crisis alérgica, no encuentran «una solución eficaz con ningún tratamiento».

A esta falta de convencimiento por las terapias actuales, se une el gasto que conlleva ser alérgico. «La rinitis alérgica conlleva unos costes para el paciente de unos 1.800 euros al año, de los 1.100 euros corresponden al absentismo laboral o al presentismo laboral pero con un bajo rendimiento. Los 600 euros restantes equivalen al gasto para el paciente en compra de fármacos o visitas al médico», indica Valero.

Pero quedarse en casa tampoco es un buen refugio.La contaminación en espacios cerrados empeora la incidencia y los síntomas de las alergias respiratorias, siendo especialmente patente en lugares compartidos como los coches, según señaló la Seaic. «Las partículas contaminantes producen una importante acción sobre los aeroalérgenos, debido a que los pólenes de zonas con gran contaminación pueden expresar mayor cantidad de proteínas descritas como alergénicas, lo que hace que estas partículas sean especialmente virulentas para las personas con reacciones alérgicas», apostilla el doctor Bartra.