CÁDIZ

Cuando la solidaridad se cocina a fuego lento

La asociación A.M.I.G.A.S. al Sur prepara dos veces por semana un plato caliente para casi un centenar de personas de Cerro del Moro y Loreto

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Son las diez de la mañana de un martes cualquiera en la asociación A.M.I.G.A.S. al Sur. Cuatro mujeres charlan animadamente alrededor de la mesa mientras que un joven friega los platos. Aprovechan el primer parón de la mañana para tomarse un café mientras esperan a que las varias decenas de huevos puestos en una olla con agua hirviendo se terminen de cocer. «Hoy tenemos papas aliñás con caballa pero quizás hagamos huevos rellenos para el jueves. Hemos conseguido muchos y es una buena manera de emplearlos», cuenta una de ellas.

Es martes y queda una larga mañana de trabajo por delante entre fogones. Cerca de un centenar de personas pasarán por el local en busca de un plato de comida que llevar a casa. «Vienen con la fiambrera y normalmente se llevan dos platos», cuenta Pepa Fernández, miembro de la asociación. «Damos un plato casero dos veces por semana, nos gustaría que fuera más pero nos cuesta encontrar alimentos ahora, imagínate para el resto de los días».

Y es que la demanda, desde que empezaran hace nueve años con un taller de cocina, no ha hecho más que crecer. «¿Seis años dices que estamos en crisis? Aquí lo estamos desde que empezamos hace 9 ya... Y cada día está más cerca. El que sobrevivía como podía hasta ahora se ha visto con un yerno o una nuera o un sobrino o nieto metido en casa y a su cargo».

Esta labor solidaria comenzó con un taller, que con la excusa de aprender algunos trucos, servía para librar a la cabeza durante unos momentos de los problemas del día a día. Evadirse. «Decidimos hacer un taller de cocina, luego de costura y hasta de informática, pero al olor de la comida comenzó a venir gente pidiendo algo de comer», relata Pepa. Primero fueron unos, luego 18 y ahora atienden a 92 personas. «¿Perfil?», pregunta sorprendida, «aquí viene gente de todo tipo y de varios barrios. Comenzamos en el Cerro del Moro pero ya vienen gente de Loreto, Puntales, Guillén Moreno y la Barriada de la Paz», responde.

La despensa la llenan como pueden. «Recibimos productos de Cruz Roja y del Banco de Alimentos», pero estos son productos perecederos, «arroz, lentejas y aceite», pero hace falta buscar el producto fresco. Para eso no dudan a la hora de llamar a todas las puertas que se le presentan. «Vamos a las lonjas de pescado de Conil y de Cádiz al terminar la jornada por si les ha sobrado algo, los trabajadores del Ayuntamiento de Cádiz nos traen los primeros viernes de cada mes productos para los niños como zumos y galletas». Tampoco dudan a la hora de recurrir al boca a boca tanto virtual como el real. «Preguntamos por los comercios y le contamos quiénes somos y lo que hacemos. Si confían en nosotras nos dan algo para llenar la nevera, si no lo hacen no pasa nada, nos vamos a seguir llamando».

Pepa sabe que la solidaridad es un plato que se cocina a fuego lento y agradece el más mínimo gesto. «Hay particulares que traen dos sacos de patatas que son igual de bien de recibidos que el que trae cien». Pepa apura lo que queda de mañana, «que hoy vienen con la fiambrera», pensando en el menú que pondrá el próximo jueves. No sabe si la situación está mejorando o no, «aquí por lo menos no lo vemos. Está la gente muy desanimada y ya no sabe qué hacer. Al menos aquí, entre fogones, mantenemos la mente ocupada».